jueves, 24 de enero de 2019

OSPA: Estreno contemporáneo sin demasiado brillo

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Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, Concierto “Mensajes ocultos”.
Teatro Jovellanos, jueves 17 de enero


Estamos ante la última temporada de Rossen Milanov al frente de la OSPA, y durante
estos siete años como director de la orquesta, aunque no ha llovido a gusto de todos,
ha tenido grandes aciertos. Uno de los más importantes ha sido apostar por estrenos absolutos
de obras de música contemporánea, como es el caso del “Concierto para violonchelo” del
cántabro (muy unido a Asturias) Israel López Estelche, que tuvo lugar en el teatro Jovellanos
ante una butaca expectante.

El concierto fue dedicado al fallecido Vicente Álvarez Areces y, tras un minuto de silencio
 en su honor, sonaron las primeras notas de la Suite “Mi madre la Oca”,
inspirada en los cuentos de Charles Perrault. La obra es una de las partituras más refinadas
de Maurice Ravel y la interpretación de la OSPA, en esta ocasión con Elena Rey como
concertino, estuvo a la altura. A destacar la sección de viento en la pieza “El pequeño Poucet”
o la percusión en diálogo con las cuerdas de la fanfarria final de “El jardín encantado”.

Para el estreno del “Concierto para violonchelo” se contó con la presencia del chelista alemán
(de origen español) Adolfo Gutiérrez Arenas: un artista internacional implicado en la
composición de López Estelche, contribuyendo así a la fluidez de ideas y al pulido
técnico- interpretativo, según palabras del propio compositor. La partitura es de muy difícil
interpretación, al abarcar una gran variedad de técnicas diferentes en el chelo y Gutiérrez
Arenas estaba sobrado en el dominio de éstas. Sin embargo, aunque la obra cuenta con
numerosas buenas ideas, la sensación final se queda en un alarde de técnica: los distintos
motivos esgrimidos a lo largo de la pieza son difuminados constantemente sin acabar de
cohesionar. Al no conocer la obra previamente (por eso es un estreno) no queda clara la
implicación de la orquesta. No sabemos si simplemente se limitaron a tocar las notas escritas
como quien lee una lista de la compra o si la composición falla en coherencia orquestal.
La cuestión es que, en ocasiones, no transmitía unidad. Algunos pasajes sonaron
espectaculares, por ejemplo, el final del primer movimiento, el lirismo del chelo en el
segundo movimiento o la densidad en la cuerda grave en algunos fragmentos. A pesar
de que no haya salido redondo, según mi percepción, es de aplaudir la iniciativa al atreverse
a componer música contemporánea, tan poco consolidada entre los oídos de un público
mayoritariamente decimonónico, en cuanto a música académica se refiere. Sin duda,
a este compositor le espera un futuro prometedor, es cuestión de tiempo.


Para finalizar, la orquesta se lució con “Variaciones Enigma” del compositor Edward Elgar,
donde predominó la emoción melódica de la sección de cuerdas. Un gran final de concierto
que fue muy ovacionado por el numeroso público asistente.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España

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