domingo, 15 de marzo de 2015

Y el show continuó


Eli “Paperboy” Reed Trío.  Sala Acapulco.  

Un gran dominio del registro agudo y un potente y controlado falsete definen la voz de este artista originario de Boston que, además de cantar,  toca la guitarra y la armónica a un nivel  bastante aceptable.  Rock and Roll al más puro estilo de Memphis, Blues,  Rythm & Blues, mucho Soul aderezado con toques Funk y cierto aire Gospel,  un par de baladas lentas en compás ternario y alguna versión de  temas del mítico James Brown,  forman el grueso del repertorio que pudimos escuchar  en la sala Acapulco, de la mano de Eli “Paperboy” Reed,  junto con  Jacke Leckie (contrabajista) y Eli Keszler (batería).  Están de  gira por España durante el mes de marzo, presentando  su   'Walkin & Talkin 10th Anniversary Tour', para celebrar el décimo aniversario de su primer disco. 
Buen sonido, buenos instrumentistas, una voz portentosa y  grandes dosis  de empatía con el público. Con todo esto  me estaba aburriendo. No estaba escuchando nada diferente a lo que en ocasiones pasa por la sala Savoy de Gijón. El grupo telonero tampoco supo crear el clima necesario para entrar en calor,  pecando de falta de ensayo y de abuso de temas lentos y medio tempo. Así que dudaba entre irme y no escribir nada sobre el concierto o quedarme hasta el final para ver qué pasaba.  Opté por lo último y acerté.
El cantante se desprende de su guitarra y  de su chaqueta. Tras dar un golpe fortuito al micrófono  la voz de Eli se queda en silencio.   Intenta ajustar el cable pero el micro  no responde. Es el momento estelar de su actuación en la que hace una demostración de sus grandes dotes vocales, con quiebros y desgarros en el falsete más agudo, en un homenaje a James Brown.  Lejos de achicarse, retirarse y esperar a que los técnicos solucionen el problema  se arma de coraje y decide continuar, a capella.  El público más afín sabe valorar el esfuerzo, pues el techo de la sala es bajo y totalmente plano, por lo que no favorece la proyección de la voz sin amplificar, así que   pide a  los  demás asistentes, “silencio, por favor”.  Eli “Paperboy” Reed continúa, dejándose el hígado en  cada gesto, en cada palabra y en cada frase  (incluyendo la pose de rodillas y los manotazos en el suelo), hasta lograr el delirio del público que supo apreciar la energía, el valor y el  desgaste de sus cuerdas vocales. El micrófono fue sustituido y pudimos volver a escuchar la voz a pleno rendimiento.  
Estamos hablando de arte, por lo tanto   no basta solo con cantar o tocar  bien, lo que esperamos y apreciamos de un artista es  que se deje el alma en el escenario.  Así lo hizo, y así se lo agradeció el público con aplausos muy sonados y   pidiendo un par de bises para no dejar de bailar y cantar al ritmo que marcaba Eli “Paperboy” Reed Trío.

Mar Norlander para el periódico LA NUEVA ESPAÑA. 

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