MÚSICA BREVE E INTENSA
“La vida Breve”:Rafael Aguirre (guitarra) y
Nadège Rochat (violonchelo). Sociedad Filarmónica de Gijón. Teatro Jovellanos, 14 de febrero.
Un repertorio capaz
de conjugar lo académico con lo popular, la dificultad con la espectacularidad
y la brevedad con la intensidad es, sin duda, la mejor elección para convertir
un concierto en éxito. Y no es tarea fácil. Esta era la propuesta del guitarrista
Rafael Aguirre y la violonchelista Nadège Rochat, artífices del concierto
titulado “La vida Breve”, que se estrena en España por primera vez después de
haber sido representado con gran éxito en salas de prestigio internacional, como el Carnegie Hall de Nueva York, Gasteig en
Munich o en el Konzerthaus de Viena, entre otros. La Sociedad Filarmónica de
Gijón fue la encargada de vestir de gala el teatro Jovellanos en el día de San
Valentín y traer esta propuesta, para deleite de un público con ganas de escuchar
un repertorio que sentimos muy nuestro.
Para
comenzar nada más apropiado que “Asturias”, primer gran
éxito del compositor Isaac Albéniz. Una
obra que, salvo el título, no hace ninguna referencia a la tradición
asturiana. La dificultad que conlleva la
interpretación con la guitarra, basada constantemente en el efecto del trémolo
y las dinámicas contrastantes, no fueron valoradas como se debían por la falta
de volumen en la sala. Quizás, un poco más de amplificación en la guitarra
hubiera estado genial.
Los dos juntos
interpretaron las siete canciones populares de Manuel de Falla, siete perlas
que terminaron con “Polo”, de difícil ejecución y muy bien resuelta. Ya
estábamos totalmente sumergidos en el exotismo español y llegó “Oriental” de Granados, una obra exquisita
que ha sabido captar la pureza de la danza española, como afirmaba el
compositor Massenet elogiando a Granados.
Momento para
lucimiento de Nadège Rochat a solas con su violonchelo Stradivarius, una
preciosidad de instrumento construido como viola da gamba por Amati y reformado
posteriormente por su discípulo Antoni Stradivari, hasta convertirlo en
violonchelo. Un instrumento con una gran historia y una gran belleza, tanto
estética como sonora. Lo comprobamos con
la “Danza finale” de Gaspar Cassadó, una de las favoritas del repertorio de los
chelistas y “Requiebros”, otra composición de Cassadó de endiablada dificultad
que pone a prueba todos los recursos virtuosísticos del chelo. Nadège la sorteó
sin problemas.
La primera parte del concierto finalizó con
“La vida Breve”, título del concierto en honor a la danza de Manuel de Falla
que fue interpretada con precisión e intensidad, con un final muy complejo e
impactante. Después del descanso calentaron con una pieza de Ravel, seguida de
la quinta esencia de lo español: “Granada”, de Agustín Lara. Parte del público tuvo que contener las ganas
de entonar el estribillo final, desahogándose con algunos “bravos”. Merecidos,
sin duda.
Rafael Aguirre interpretó dos obras de
Tárrega: la “Gran Jota” con su efecto
del tamburo y “Recuerdos de la Alhambra”, caracterizada por la técnica del
trémolo, con sus vertiginosos arpegios y
un ritmo percusivo con las cuerdas apagadas, simulando redobles de caja . De nuevo volvimos a notar que un poquito más de
volumen hubiera sido ideal para captar todos los matices. .
Finalizó el
espectáculo con uno de los tangos más conocidos, “Libertango” de Astor
Piazzola, una obra muy original construida sobre un obstinato. La ovación fue
agradecida con dos bises más: el popular tango “Volver”, que levantó grandes
aplausos y una milonga titulada “Olvidar”, que terminó con un glissando en el
arco muy pianissimo. Una pieza delicada
y de gran belleza, al igual que el resto del concierto. Sin duda, la Sociedad
Filarmónica de Gijón está ofreciendo una de sus mejores temporadas y es de
agradecer.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España
No hay comentarios:
Publicar un comentario