Sheila Jordan. Festival
Jazz Gijón. Teatro Jovellanos, viernes
10 de octubre.
A punto de cumplir
ochenta y nueve años, llegó al Festival Jazz Gijón la gran dama del jazz Sheila
Jordan. Con una dilatada carrera iniciada en la época dorada del jazz, junto a
Charlie Parker, George Russell o Lennie Tristano, y que cuenta entre sus muchos
méritos haber sido la primera mujer en grabar con el emblemático sello Blue
Note, congregó a un numeroso público dispuesto a disfrutar de la actuación de
un mito viviente.
Desde el primer tema el
público supo apreciar su calidad, su puesta en escena, su simpatía y
su energía, dejando claro que la edad no es ningún impedimento para
mantenerse encima del escenario haciendo lo que mejor sabe hacer. Para su gira
por España, -recordemos que la noche anterior actuó en Madrid y que cumple un
calendario como si se tratara de una artista mucho más joven- se acompañó del
trío “CCD”, utilizando la primera letra del nombre de los tres componentes:
César Latorre (piano), Cord Heineking (contrabajo) y Daniel García Bruno
(batería). Tres músicos como la copa de
un pino que manifestaban con sus instrumentos sentirse orgullosos de formar
parte de algo tan grande como es acompañar a la mismísima Sheila Jordan. Los arreglos
de César Latorre al piano engrandecían cada pieza.
De su repertorio podemos
destacar su versión de “Bird Alone”, un precioso tema de Abbey Lincoln tocado
al estilo bossa o la manera de improvisar y los arreglos de “Autumn in New
York”, para lucimiento del contrabajo. En la mayoría de los temas nos
sorprendía con improvisaciones al estilo scat – como lo hacía la gran Ella
Fitzgerald- pero, además, Sheila Jordan convierte piezas estándar en canciones
divertidas, cambiando las letras y haciendo guiños a personajes e historias que
han formado parte de su dilatada vida. El público se lo agradecía con
espontáneas carcajadas. Así ocurrió en
“Willow Weep for me”, un tema que formaba parte del repertorio de grandes
cantantes del jazz como Billy Holliday o Nina Simone. También hubo varios momentos de infinito
agradecimiento y devoción por Charlie Parker, quien confió en ella en sus
inicios al decirle “Chica, tienes un oído de un millón de dólares” y le enseñó
a ser ella misma y a expresarse con su propia voz. Dedicatorias, también, para
Clint Eastwood por dirigir “Bird” y contribuir a acercar al público ajeno al
estilo la figura de Parker, de apodo “Bird” o “Yardbird”.
Sin duda, una noche
mágica en la que Sheila Jordan dejó patente que es una grande y se morirá
encima de los escenarios. Esperemos que
tarde mucho tiempo y que podamos seguir disfrutando de su buen jazz.
Crítica de Mar Norlander para La Nueva España
No hay comentarios:
Publicar un comentario