martes, 24 de octubre de 2017

Dos artistas que bailan solas



Marilia Andrés, III Festival de Cortometrajes de Gijón.
Amistades Peligrosas, sala Acapulco del Casino de Asturias. 
Viernes 13 de octubre de 2017.
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La nostalgia de los años noventa llegó a Gijón el viernes  por distintos motivos, atrayendo a dos artistas que en su día coparon las listas de éxitos junto a sus respectivos parteners  y que cada una de ellas intenta abrirse camino, bien en solitario o bien con nuevo acompañante, pero sin dejar atrás su pasado. 

Por un lado Marilia Andrés, la voz grave de aquellas dos chicas que se negaban a ser “mujer florero” y se preguntaban “Cómo repartimos los amigos” tras una separación.  La ex “Ella baila sola” era la estrella invitada al III Festival de Cortometrajes “Con otra mirada”, que tenía su cita en el Ateneo de la Calzada. Con el recinto lleno ofreció un breve concierto en acústico con canciones archiconocidas de su repertorio de “Ella baila sola” y alguna pincelada de su carrera en solitario, incluido algún tema de su nuevo disco “Infinito”.  En cuanto a lo musical nada nuevo y nada que pueda pasar a la posteridad, según mi criterio.  Sin embargo hay una cosa que me encanta de Marilia y es su dicción: articula cada sílaba a la perfección para que se entienda perfectamente cada palabra y eso es de agradecer en los tiempos que corren. 

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La sala Acapulco consiguió reunir a poco más de un centenar de nostálgicos para escuchar grandes éxitos de “Amistades Peligrosas”, aquel dúo formado por Cristina del Valle y Alberto Comesaña que saltaron a la fama por sus letras de denuncia social y su puesta en escena con bailes cargados de erotismo. La asturiana Cristina del Valle conserva el nombre del dúo, conserva sus canciones y  la capacidad para crear nuevas letras punzantes para su nueva andadura, con la colaboración del cantante y compositor Marcos Rodríguez. Los dos, junto con tres músicos acompañantes y un diván en el escenario para escenificar sus números morbosos, consiguieron transmitir a sus incondicionales fans el buen feeling que hay entre ellos y las ganas que tienen de contar cosas nuevas, sin olvidar  los éxitos pasados. También estuvo presente la cantante  Anabel Santiago, que fue la encargada de desenterrar las raíces asturianas y teñir la sala de emoción entonando “Santa Bárbara Bendita” y “Chalaneru”. Las lágrimas se apoderaron de la voz de Cristina y a duras penas era capaz de terminar los versos del “Chalaneru”. 

Puede que no siempre hagan buenas canciones o que los arreglos musicales y la instrumentación no estén a la altura de las letras, como ocurrió en este concierto, sin embargo Cristina del Valle es una mujer muy comprometida con los problemas sociales, entrañable, cercana y con un discurso encima del escenario que hace que merezca la pena seguir su trayectoria, bien sea acompañada o bien sea bailando sola.

Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España

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