Conciertos de Ariel Rot y León Benavente en el Festival Metrópoli.
Martes, 4 de julio.
Dos conciertos memorables pudimos presenciar en la jornada
que Metrópoli dedica a la mujer: Ariel Rot en el Auditorio, con la solvencia y
la elegancia que le caracterizan y los casi recién llegados León Benavente en
el escenario grande, capaces de congregar a multitudes y desatar la locura.
Prometía Ariel Rot “un show muy especial, muy elegante y
distinguido” y lo fue, a pesar de la pésima acústica del recinto. Para revestir
algunas de sus mejores canciones y darle ese plus de calidad y ese toque de
sofisticación venía acompañado del pianista, también de origen argentino,
Federico Lechner. Ya desde la introducción al piano, con un toque blues, del
tema “Una semana encerrado” exclamé: ¡Guau! ¡Tremendo musicazo! Y esa expresión
se mantuvo a lo largo de todo el concierto que Metrópoli ofreció en exclusiva
para 300 personas. Espectaculares arreglos en toda la velada, en especial “Mil
palabras sucias”, y también en “Yo no sé dónde estaría”, canción que rescataron
al juntarse el pianista y Ariel Rot, que fue “como encontrarse un pantalón
viejo en el armario y descubrir que había cincuenta pavos en el bolsillo”.
Brillante la interpretación en la melódica de “Viridiana”, ese tema que Ariel
Rot arregló para la letra de Sabina. ¡Cómo se puede extraer tanto virtuosismo
de un aerófono con sólo treinta y dos notas!
Dice el refranero: “Dios los cría y ellos se juntan”. Cómo
no. Federico Lechner es un musicazo pero Ariel Rot va a la par. Grandes letras,
estupendas guitarras y buenas canciones de su último disco “La Manada” y de sus
trabajos anteriores en solitario, que ya suman once, junto con algunos éxitos
de su etapa con Los Rodríguez y con Tequila hicieron que el público se sintiera
especial y privilegiado. Y es que Ariel Rot con los años crece, en lugar de
envejecer.
León Benavente llegó al escenario central de Metrópoli y
calentó motores con “Tipo D”. La actitud, la puesta en escena, las letras de
sus canciones y la energía desbordante, sobre todo del cantante Abraham Boba,
despertaron la curiosidad de los que pasaban por allí sin saber muy bien qué
iban a ver y reafirmaron lo que pensaban sus seguidores: en directo son la
caña. Y lo son.
Se metieron al público en el bolsillo con “California”, “Se
mueve”, “Ánimo, valiente” y unos cuantos temas más de su corta carrera
discográfica. La buena ecualización, la elección de timbres y efectos que
conseguían al mezclar bases grabadas, loops, efectos y la interpretación en
directo de Eduardo Baos (bajo), César Verdú (batería), el gijonés Luis
Rodríguez (guitarra) y los teclados de Abraham Boba, creaban unas capas sonoras
muy potentes en directo. Los temas se enlazaban unos con otros y no había lugar
para la relajación, sólo para el disfrute con la adrenalina a tope. Después de
la balada “Estado provisional” prometen incendiar Metrópoli y llegan a la
euforia con el corte más punk, “Gloria”. Enorme ovación.
“La palabra”, seguida de la potente “Habitación 615”
anuncian el final de fiesta y el público queda con ganas de más. Otros tres
temas muy cañeros y llega como despedida “Ser brigada”, una de las últimas
composiciones de la banda, que desata la locura entre el público cuando Abraham
Boba salta las vallas protectoras y se mete entre los asistentes. León
Benavente es una de las bandas de rock más originales y punteras que hay en
España y esperamos que tengan una larga trayectoria.
Crítica de Mar Norlander para La Nueva España
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