Mayumaná: “Currents”. Teatro de la Laboral, sábado, 4 de diciembre de 2021.
“Currents” es el
último espectáculo del grupo israelí Mayumaná y está inspirado en la disputa de
dos de los grandes inventores de la historia: Thomas Alba Edison (corriente
continua) y Nikola Tesla (corriente alterna) y fue creado para el Festival de
la Luz de Jerusalén hace algunos años. Esta propuesta, que ha rodado por países
de todo el mundo y con un gran éxito, ocasionó tres pases en el Teatro de la
Laboral durante el fin de semana, atrayendo a un público familiar,
principalmente, que no se sintió defraudado.
Puede que estuviera inspirado en la batalla de Tesla y Edison, sin embargo, había que echarle imaginación para encontrar el hilo conductor. Más bien sigue la línea de otros anteriores, basado en un conjunto de números coreográficos independientes unos de otros y algunos ya vistos con algún lavado de cara. Aun así, es un espectáculo al que pocas pegas se le pueden poner. Todo está estudiado al milímetro y no hay nada que se deje al azar y, aunque se repitan números siguen resultando atractivos y novedosos.
En el primer número
justificamos la inspiración en Tesla, pues gracias a él fue posible el sonido
de una guitarra eléctrica tocada por uno de los ocho componentes. También queda
justificada la inspiración en Edison por las imágenes proyectadas de una ciudad
que poco a poco se va iluminando. Mientras, el resto de la formación hace
ritmos con cubos de basura, uno de los “instrumentos” que no puede faltar en
una coreografía de Mayumaná. Aunque sabemos que el sonido que se escucha no
está producido por el golpeo de un contenedor de basura el efecto es tan
potente que obviamos esos detalles engañosos. En “Currents” no solo hay buenos
bailarines y percusionistas, los técnicos de sonido son una parte fundamental
de este espectáculo.
El nombre del grupo es una variación de la palabra hebrea “mayumanut”, que significa habilidad o destreza. Qué mejor nombre para poner a una formación creada por Boaz Berman hace 25 años, que empezó con la premisa de generar sonido con cualquier objeto: desde cubos de basura hasta tuberías y aletas de natación. Y, además, tienen la habilidad de llegar a un público muy heterogéneo y crear la ilusión de que cualquiera puede llegar a su casa, coger un par de sartenes y ponerse a tocar para toda la familia sin levantar dolor de cabeza. Lo que hace Mayumaná parece fácil, pero es muy complejo y, además, cada espectáculo es más sofisticado que el anterior.
También destaca la complicidad con el público, resaltando el número en el que un beatbox hacía partícipes a algunos espectadores entre las butacas, micrófono en mano y gel hidroalcohólico, por si las moscas. Uno de los sketches más llamativos fue el de las “patatas fritas” y entre los duelos de percusión, bien con instrumentos caseros (aparentemente) o con instrumentos reales, y las exhibiciones coreográficas de bailarines de alto nivel, se generó un espectáculo en el que no hubo tiempo para el aburrimiento o la desconexión. A juzgar por los aplausos y por las colas que se formaron en el hall del teatro para fotografiarse con los artistas al final del espectáculo, cumplió con las expectativas ampliamente.
Crítica publicada en La Nueva España
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