domingo, 22 de diciembre de 2019

Cepeda y Ana Guerra: triunfitos de rebajas


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Cepeda y Ana Guerra. Festival Metrópoli Winter Edition. Sala Albéniz, viernes 20 de diciembre.

Las rebajas de Operación Triunfo se adelantan a la cuesta de enero y la oferta es 2X1, es decir, dos cantantes por el precio de uno. Con nombre de banco y tarjeta de crédito (Imaginbank), Cepeda y Ana Guerra se han sumergido en una gira en la que es difícil buscar puntos en común en sus shows, salvo que los dos han pasado por una de las últimas ediciones de OT y  los dos fueron más aplaudidos por el público que por el jurado del concurso. Aún así ninguno de los dos tiene suficiente tirón para acaparar multitudes, requisito indispensable de la productora Gestmusic. Para buscar una excusa lanzaron un par de baladas perecederas cantadas a dúo y montaron la gira con intención de llenar grandes recintos, pero la promoción se ha ido desinflando poco a poco y en Gijón se han tenido que conformar con llenar la Sala Albéniz y a precio de saldo. 

Empezó Cepeda, con su repertorio lleno de canciones que tocan la fibra sólo a las adolescentes que acaban de descubrir eso de las hormonas. Arreglos musicales y letras más que usadas y vacías de contenido, se repitieron durante toda la actuación. El único tema que valió la pena fue la versión de “No hay manera” de Los Ronaldos, el resto no merece mención. Por lo menos podría haberse rodeado de buenos músicos y ofrecer arreglos interesantes. Sinceramente, desconozco si son buenos músicos o no, simplemente no demostraron nada porque estaban al servicio exclusivo de la voz. Eso sí, eran guapos y me da que pensar si también era un requisito indispensable para formar parte del séquito. 

Cepeda es un cantante del montón con una puesta en escena muy previsible y no aporta nada de originalidad. Probablemente en un par de años ya ni nos acordaremos de su nombre (o apellido), como le ha pasado a tantos ex-concursantes del casi único programa musical que hay en la parrilla televisiva. 

Terminó con su éxito “Mi Reino” y hubo que esperar un rato para el cambio de instrumentos y  de músicos que acompañarían a la cantante canaria. Si hacen una gira conjunta ¿no sería más factible compartir músicos e instrumentos? En fin, cosas del corta y pega. 

Ana Guerra, sin embargo, es una cantante con mucho talento y con un estilo musical de onda latina que hoy por hoy no tiene competencia en España. Le falta madurez para dirigirse al público y a veces se le va la afinación, pero su voz es potente y arriesga con los giros y fraseos. Además, su puesta en escena es mucho más brillante que la de Cepeda: los músicos son buenos y los cuatro bailarines son excepcionales. Lástima que no pudieran desplegar todo su potencial por las dimensiones del escenario. 

Combinó un repertorio de temas propios con éxitos muy conocidos como “La Bikina” que marcó un antes y un después en su paso por OT y se metió al público en el bolsillo. No se si con el tiempo podrá llegar a afirmar eso que canta en su famoso reggaetón “mira qué bien me va sola”, desde luego tiene buenos ingredientes. Le falta tiempo y capacidad para desligarse de estas giras pastiches que nada aportan, salvo hacer caja. 
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España

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