Sara Baras “Sombras”. Teatro Jovellanos. viernes, 11 de enero/2019
Casi dos horas de espectáculo que se evaporan en un instante porque el diseño, la puesta en escena, la música y la calidad artística de cada uno de los integrantes es tan alta que no da tiempo ni a respirar. Así es “Sombras”, el nuevo espectáculo de Sara Baras presentado en el teatro Jovellanos, para celebrar veinte años de su compañía de baile “Ballet Flamenco Sara Baras”.La propuesta es “un viaje a través del tiempo, de los colores, del silencio y del bullicio, de la multitud y de la soledad, de la luz y de las sombras”, como cita el programa de mano. Un viaje a través de trece números que comienza y termina con “Sombras”, donde el arte y el taconeo de la bailarina a velocidad de un martillo neumático, hizo sucumbir a un público que abarrotaba el teatro y no dejaba de exclamar “Ole” y “guapa”, entre muchos otros piropos.
Abrieron con el cuerpo de baile proyectando sombras a través de un juego de luces milimétricamente medido para dar paso al virtuosismo de los pies de la protagonista, acompañada por el gran guitarrista Keko Baldomero. Si espectacular fue el inicio aún más la “Farruca”, cuyo nombre se debe a la denominación en Cuba y en Andalucía de los gallegos y asturianos recién migrados. Un baile masculino creado por Faíco y popularizado por Antonio Gades que Sara ha convertido en habitual de sus coreografías. Los muchos contratiempos de gran dificultad y la carga expresiva que tiene el cante lo convierten en un cuadro de gran impresión. La “Farruca” se iba transformando en “Martinete”, con todos los bailarines moviéndose con gran precisión. Muy destacable las bailarinas en “Mariana”, un palo muy cercano a los tientos en el que también se lucieron las voces a pelo de Rubio de Pruna e Israel Fernández.
Impactante fue la coreografía de Sara Baras y José Serrano en el “Vals” sobre un poema de García Lorca, musicalizado por Leonard Cohen y muy bien adaptado por Keko Baldomero para la ocasión. Con los “Tangos”, José Serrano demostró que es un gran compañero de baile -además de sentimental- y arrancó una estruendosa ovación.
Aún faltaba la “Travesía”, en la que pudimos escuchar el violín de Ara Malikian sonando de fondo. Todo un lujo. Después, una “Alegría”, una “Bulería” y toda la compañía presente para el “Fin de Fiesta”, cerrando un espectáculo que te atrapa. Y es que la potencia, la velocidad, la precisión y el arte de Sara Baras (de abuela asturiana) es deslumbrante, pero sus espectáculos son redondos porque se acompaña de grandísimos músicos, un gran cuerpo de baile y un equipo técnico que no deja nada al azar. Nos dolían las manos de aplaudir.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España
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