Beatriz Díaz (soprano) y
Alejandro Roy (tenor): “Gala Lírica Asturiana”, organizado por la Sociedad
Filarmónica de Gijón. Teatro Jovellanos, 12 de diciembre /2018.
Es sabido
que en Asturias hay mucho talento artístico, pero de vez en cuando es necesario
darle visibilidad, y de esta manera hacer “profetas en su tierra”. Es el caso
del tenor Alejandro Roy y de la soprano Beatriz Díaz, recientemente nombrada
“Asturiana del Mes” por LA NUEVA ESPAÑA. El Teatro Jovellanos, en colaboración
con la Sociedad Filarmónica de Gijón, ha apostado por una gala en la que se
unen las dos grandes figuras de la lírica y muestran su talento con una
selección de arias y dúos procedentes de las mejores óperas italianas, en su
mayoría veristas.
Quedó claro
que Puccini es uno de los favoritos de ambos cantantes, pero también hubo
alguna muestra de Verdi, Leoncavallo, Amilcare Ponchielli y los menos
habituales Francesco Cilea y Alfredo Catalani. Una gala muy complicada porque
cada cantante está obligado a dar el “triple salto mortal” en cada una de sus
intervenciones, no hay números de relleno y optan por enfrentarse a las
partituras más exigentes. Además no hay ni orquesta ni coro sobre el que
apoyarse, las voces se sostienen sólo con el acompañamiento del pianista Juan
Antonio Álvarez Parejo, por lo tanto, cualquier mínimo error se aprecia.
Abordar este repertorio y de esta manera indica el gran nivel que tienen los
dos cantantes.
Abrieron con
el difícil dúo de amor, “Gia nella notte densa”, de la ópera “Otello” (Verdi),
basado en la obra de Shakespeare: todo un reto y una muestra de gran
compenetración en la pareja. Brillante fue el dúo “Mario, Mario” de “Tosca”,
cantado con mucha sensibilidad, en el que fluyó la química entre ambos.
También, muy destacable el dúo que representa el encuentro entre “Cio-Cio San”
y su marido el teniente “Pinkerton” en “Madama Butterfly” (Puccini). Más
discreta fue la intervención del dúo final “O soave fanciulla”, de la ópera “La
Bohème” (Puccini), muy correcta pero sin llegar a pellizcar.
Breve y
brillante fue el aria “Addio fiorito asil” de la ópera “Madama Butterfly”
cantada por Alejandro Roy, al igual que “Ch’ella mi creda”, también de Puccini,
que precisa de mucha intensidad y sensibilidad. Sus intervenciones más
destacadas fueron: “Vesti la giubba” (Leoncavallo) y la propina “E
lucevan le stelle” de “Tosca”, partituras exigentes que requieren mucha madurez
vocal.
En toda su
plenitud está la voz de Beatriz Díaz al escoger un repertorio como el de la
gala. Aunque la ópera verista Adriana Lecouvreur (Cilea) no es muy
representada, la belleza del aria “Io son l’umile ancella” hace que muchas
grandes cantantes la incluyan en su repertorio solista. Beatriz Díaz
levantó las primeras ovaciones por la belleza tímbrica y el gran dominio de la
técnica. Muy cómoda se sentía Díaz en el papel de “Cio-Cio San” cantando “Un
bel dì vedremo”, (Puccini). Intensos aplausos desató después de “Ebben, ne
andrò lontana” (Catalani), una pieza poco conocida que requiere un gran control
de dinámicas. Finalizó con la propina “O mio babbino caro”, que termina con un
pianissimo delicioso, mostrando así que está a la altura de las más grandes
sopranos.
Sin duda,
los dos asturianos mostraron todo un alarde de buena técnica vocal, potencia y
sensibilidad, en una gala poco frecuente y muy necesaria para poder apreciar la
calidad de los nuestros.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España
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