Homenaje a Chet Baker. Sala
Acapulco del Casino de Asturias. 26 de octubre.
Con un ambiente acogedor, a modo de club de jazz con mesas
y sillas distribuidas por la pista de baile -sólo faltó el humo para recrear
los grandes clubs de jazz de los años 50’-, se dio cita en la sala Acapulco la
primera producción de una serie de conciertos dentro de “El tiempo
delicuescente”, un título que hace honor a la novela “Rayuela” de Julio Cortázar. En esta ocasión se rinde homenaje (no confundir con tributo) al gran
trompetista de jazz Chet Baker, un músico que abrazó el bebop de la mano de
Charlie Parker y se forjó una carrera como figura clave del cool jazz.
Para profundizar en la música más representativa de la
trayectoria jazzística de Chet Baker se seleccionó un repertorio bien estudiado
y unos músicos bien escogidos entre los grandes del jazz de la escena
asturiana. El concierto se inició con “I
fall in love to easy” en la voz sensual de Jorge Viejo y continuó con “I could
happen to you”, destacando la breve improvisación al piano de Jacobo de Miguel.
La famosa composición de Cole Porter “Every Time We Say Goodbye” sirvió de presentación del trompetista Aitor
Herrero, con un solo de trompeta correcto caracterizado por su brevedad ceñida
a los ocho compases por influencia de Charlie Parker. Él decía que los solos si
eran largos era un ensayo y ensayar se hacía en casa. Chet Baker lo aprendió y
Aitor Herrero captó el mensaje.
Algún tema instrumental como “Lover Man” y clásicos como
“Autumm Leaves” o “Summertime” con un estupendo solo de saxo de Jorge Viejo ,
fueron interpretados con calidad por los músicos mencionados junto con Manu Molina a la batería y Javi San
Marcos al contrabajo; los dos se encargaron se mantener el tempo y el pulso con
precisión.
No faltó “My funy Valentine”, susurrada por la voz de Jorge Viejo emulando la
versión que popularizó Chet Baker al grabarla, primero como versión
instrumental y seguidamente cantada por él mismo con tanta fragilidad que se
convirtió en una forma estándar de cantarla y quizás su tema más
representativo. La genial interpretación de todos los músicos levantó sonoros
aplausos.
Otros grandes temas como “Just Friends” o “Almost Blue” de
Elvis Costelo se pudieron escuchar durante hora y media en una velada
caracterizada por una buena sonoridad, destacando la técnica y afinación de
Jorge Viejo en la voz y sobremanera la interpretación con el piano de cola de
Jacobo de Miguel que se lucía en cada fraseo y cada improvisación. Sin duda un gran concierto que nos dio a
conocer al gran Chet Baker y nos despertó la curiosidad por adentrarnos en su
particular genialidad jazzística.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España
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