Concierto de M Clan en el Festival Metrópoli, jueves 6 de julio, 2017
Foto: Juan Plaza
M Clan llegó a Metrópoli para presentar “Delta”, el último trabajo de la
banda liderada por Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez. Un disco con sonidos
renovados a base de experimentación con otros timbres, más creativo y en una
línea country- folk que se aleja un tanto de su habitual discurso. Para mi
gusto un gran álbum, del que sólo pudimos escuchar cuatro cortes en el concierto
de Gijón: “La esperanza”, con una pequeña e interesante improvisación de David
Soler en el steel guitar, la tranquila “Delta”, la animada y contundente
“Whisky on the rocks” y “Concierto salvaje”, con todos los síntomas de
convertirse en habitual para futuras giras. El resto del concierto se
deslizó a base de grandes clásicos de esta banda a punto de cumplir medio siglo
de existencia y que gana solvencia con el paso de los años.
Comenzaron con “Usar y tirar”, marcando la diferencia respecto a versiones anteriores
con el steel guitar y los solos de “slide” del guitarrista Prisco, al que
mencionaría en cada una de sus intervenciones. Muy fino con las seis cuerdas.
La adaptación del tema de Steve Miller Band “Llamando a la Tierra” reafirmó la
complicidad del multitudinario público con la banda, desatando el poder de las
gargantas que la conocen a la perfección, porque fue la canción que sepultó a M
Clan a las primeras filas del rock. Varios éxitos estuvieron presentes, como
“Perdido en la ciudad”, destacando otra vez el solo de Prisco. Muy solventes
todos los músicos y buen discurso de Carlos Tarque para presentar “Las calles
están ardiendo”. Emblemáticas y coreadísimas por el público fueron “Quédate a
dormir”, “Basta de blues” o “Maggie despierta”, un clásico de Rod Steward en el
que el cantante le gusta mezclarse entre el público para que puedan hacerse selfies
y subirlos a las redes sociales. Algún acople de micrófono se deslizó en “Roto
por dentro” y algo más de definición se echó de menos en “Calle sin luz” o
“Pasos de equilibrista”: las tres guitarras a pleno rendimiento, junto con el
teclado, intensificaban en exceso los registros medios y tapaban otras
frecuencias. Es lógico en conciertos de tanta presión sonora y con músicos
tocando en directo, algo que no pasa en las sesiones de DJ’s, principalmente
porque no tocan ningún instrumento.
Por su lado Carlos Tarque, pletórico de voz y afinadísimo como siempre,
echó el hígado en cada tema, desde la última frase de “Para no ver el final”
hasta el último bis “Concierto Salvaje”, acabando con un punto de ronquera por
el exceso. Ya son muchas tablas y en cada concierto deja claro que es un
gran maestro de ceremonias entregado totalmente a su oficio desde el minuto
uno. Y para huir del hartazgo que le provoca cantar una y otra vez el mismo
tema añade nuevos fraseos a la incombustible y cansina “Carolina”. Pero
ellos saben que sin “Carolina” no hay fuegos artificiales y final de
fiesta con M Clan.
Crítica de Mar Norlander para La Nueva España
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