domingo, 26 de abril de 2015

El universo sonoro de César Latorre Trío


 
Ciclo “Jazz en el Centro” de la Fundación Municipal de Cultura.  Salón de actos del Antiguo Instituto.  Miércoles 9 de Abril
César Latorre, piano
Petros Klampanis, contrabajo
Yago Fernández, batería.

El ciclo “Jazz en el Centro”  cada año se molesta un poco más por ofrecer novedades  y traer a músicos de prestigio internacional, sin caer continuamente  en los típicos tríos o cuartetos que improvisan el mismo jazz de siempre sobre temas estándar más que masticados.  Que también, y   por qué no. A veces apetece escuchar una vez más “All of me” o  “Cantaloupe Island”, pero este miércoles no era el día. Recién estrenada la primavera con la sangre fluyendo a tope necesitamos ponernos las pilas, así que César Latorre Trío y el estreno de su disco en primicia para Gijón fue la mejor opción.

¿Qué tiene de particular este trío? No es jazz clásico, tampoco es free-jazz, ni progresivo, ni cool, ni bebop, ni smooth, ni rag,...es una fusión que tiene un poco de todo lo anterior y muchas otras influencias ajenas al jazz; música contemporánea, folklore europeo, vanguardia americana y un sinfín de discos (incluído Pat Metheny) que navegan por las neuronas del pianista gijonés César Latorre y conforman su ecléctico universo sonoro. El trío, además del pianista gijonés (sé que me repito pero es para que quede claro que es de la tierrina aunque haya emigrado), lo conforman el contrabajista griego Petros Klampanis  y el batería letón Artis Orubsen, unidos por amistad y por estudios desde hace 10 años en Ámsterdam. Tanto tiempo ensayando y tocando juntos y con tanta diversidad cultural da como resultado un disco cuyo título define perfectamente lo que suena.  Se titula “Collage” al igual que el tema con el que abrió el concierto. En  esta gira sustituye al batería habitual el  gallego Iago Fernández.  Demostró ser un gran músico pues no es fácil aprenderse en poco tiempo temas con estructuras, cortes y dinámicas tan complejas.  Pocos errores percibimos.  


Continuos ostinatos rítmicos en amalgama forman la base principal de las composiciones sobre la que se desarrollan improvisaciones y se tejen melodías de distinta complejidad.  Algunas muy asequibles, incluso para oídos poco exigentes, otras no tanto.  Ni los músicos ni el público se aburren porque no hay tiempo para ello. A César Latorre  le encantan los cambios, en su mayor parte de forma progresiva y algunos bastante abruptos. Pasa de los pianíssimos,  perceptibles sólo para las primeras filas, a los fortes en cero coma.  Lo mismo podemos decir de la armonía, huye de lo tonal para moverse rápidamente por modulaciones contemporáneas con acortes abiertos, manteniendo casi siempre el ostinato en el piano.  Si hablamos del tempo, no hay ningún tema lento y tampoco ningún tema rápido, todos tienen partes lentas, rápidas y a medio tiempo. Hay que decir que tanto cambio resultó denso y difícil de digerir para algunos espectadores más afines al frío invierno. Para otros muchos y para mí un placer. 
Crítica de Mar Norlander para el periódico La Nueva España. 

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