lunes, 21 de octubre de 2019

Amaia: Oportunidad perdida




Amaia. Gira “Pero no pasa nada”. Teatro de la Laboral, viernes 18 de octubre. 

El disco debut de la eurovisiva ganadora de la última edición de Operación Triunfo está formado por un paquete de canciones que no sobrepasan la barrera de la mediocridad o como diría un asturiano de arraigo “cancionines de perrona”. El título del disco “Pero no pasa nada”,  podría interpretarse como una muestra de humildad, haciendo eco de la personalidad que Amaia ha mostrado en toda su trayectoria televisiva. Pero, en realidad sí que pasan muchas cosas. Pasa que esta chica ha tenido una serie de oportunidades con las que la mayoría de los artistas de su nivel no se atreverían ni a soñar. Y es que está muy bien querer tener el control de toda su carrera musical, evitando la manipulación del entramado de la productora Gestmusic, pero es importante ser consciente de las limitaciones propias y saber delegar en otros profesionales. Sobre todo, como he dicho antes, porque ha tenido una gran oportunidad. 

Su puesta en directo en el teatro de la Laboral agrupó a muchos fans y curiosos, logrando llenar tres cuartos de butaca. Empezó sola con el piano rodeada de un gran despliegue floral, entonando “No me interesa”. Luego se sumaron los cuatro músicos que forman su banda y una a una sonaron todas las canciones del disco. La voz,  por momentos mal ecualizada, sonaba chillona en algunos temas que requerían fuerza en tesituras altas. En cuanto al acompañamiento, los arreglos instrumentales que arropaban a las melodías eran de una simpleza que rozaban el aburrimiento.  

Muy osada su interpretación en directo de una de las piezas de la suite para piano “Iberia”, del compositor Isaac Albéniz. Aunque “El Puerto” sea una de las obras más cortas y sencillas de esta suite todo lo de Albéniz es difícil y requiere un gran dominio. Y no sólo es cuestión de dedos, se necesita madurez para que fluya. Ella misma confesaba que la había estudiado este año para examinarse en el conservatorio y también reconocía que algunas partes necesitaban más ensayo. Para una prueba de conservatorio está muy bien, pero para tocarla en directo en un teatro como el de la Laboral son necesarias muchas más horas de estudio. No basta sólo con una confesión de humildad. 

No todo es negativo, Amaia es una gran cantante con una potente voz y una perfecta afinación. Además, tiene cualidades más que suficientes para interpretar sus propias canciones con el piano, sin necesidad de tocar por Albéniz.  El problema es que las canciones no son buenas, no hay buenos arreglos ni melodías interesantes. Tampoco hay una buena producción, pero lo peor son las letras: parecen escritas por estudiantes de secundaria en el reverso de sus libretas cuando están aburridos en clase de matemáticas. 


En definitiva, esta chica ha tardado en sacar un disco el triple de tiempo que cualquiera de sus compañeros y, sin embargo, ha perdido una oportunidad de oro. Posiblemente tendrá más ocasiones. Si surgen,  lo mejor que puede hacer es arroparse de buenos arreglistas y buenos letristas, es decir, hacer caso a los profesionales. Si no lo hace caerá en el olvido, como tantos otros de OT. 
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España

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