martes, 14 de agosto de 2018

Vuelve el Tsunami Xixón

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Festival Tsunami Xixón. Patio de la Laboral. Viernes 3 de agosto.

Con puntualidad rigurosa estaban transcurriendo todos los conciertos de la primera sesión del Festival Tsunami Xixón, cuya segunda edición arrancó  con un cartel prometedor. Y es que con tanto cartel si no se cumplen bien los horarios puede ser un caos. Los últimos en actuar, los británicos “The Prodigy”, hicieron caso omiso a sus relojes y comenzaron media hora más tarde con los inevitables abucheos, silbidos y griterío de los casi 20.000 asistentes que se congregaron en este festival. 

Aparte de impuntuales, “The Prodigy” es una banda que no merece la pena escuchar, musicalmente hablando. Y no es una cuestión de gustos personales, es el resumen de un cúmulo de datos objetivos. Para empezar podemos poner todas las etiquetas que se nos ocurran: techno-hardcore, breakbeat, rave-punk, electro-metal… En directo, ”The Prodigy” son una masa de sonidos de producción electrónica industrial, creados por Liam Howlett,  a la que se suma un batería que dobla los ritmos grabados y un guitarrista que realza frecuencias agudas a base de acoples  con su torre de amplificadores.  Como frontmen, dos “pogo-dancers” cuya misión es incitar al público, dar saltos y soltar alaridos y expresiones que contenga la palabra “fuck” para rellenar títulos como “Smack My Bitch Up”, “Omen” o  “Voodoo People”, cuya letra consiste en repetir el título y alguna frase más, si cabe. Y como arma más importante utilizan miles y miles de Vatios  de potencia para taladrar los oídos. El público estaba entregadísimo bailando el pogo y se lo pasó en grande disfrutando de un espectáculo de luces y sonidos. No es incompatible. También nos lo pasamos muy bien con los amigos comiendo una hamburguesa en un “Mc Burguer”. Pero la comida sigue siendo mala.

Los que sí eran buenos, sí fue un placer escuchar y sí merece la pena seguir sus pasos son los neoyorkinos “Gogol Bordello”, una banda formada por músicos de diversos orígenes que juntos conforman una amalgama de sonidos y ritmos entre el gipsy, el rock y el punk de  gran calidad. Estos representantes de “la comunidad emigrante del mundo” -según nos decía el percusionista y cantante-, montaron una auténtica fiesta en la que brilló el virtuosismo de los músicos –destacando los solos del violinista y los ritmos de la cuica del percusionista-, los cambios de ritmos, las melodías pegadizas y las bases armónicas de fusión entre el este y el oeste.  Todo un lujo de banda.

Con el mismo nivel, pero en otra línea totalmente diferente pudimos escuchar a “Royal Republic”. Provocadores y elegantes, la banda sueca destaca por sus contundentes guitarras y sus coros bien afinados, amén de la espectacular tesitura del cantante.  Se metieron al público en el bolsillo con temas muy bien elaborados como “Everybody Wants To Be An Astronaut”, bailando a ritmo de “Tommy-Gun” o cantando “Baby”. Sin duda, una gran banda.
Otras bandas como “Minor Empires”, los catalanes “Crim” o “Marky Ramone” –lo que queda de  “Los Ramones”-, completaron la primera jornada de este festival que en su primera edición se consagró y, de momento, mantiene el nivel por la buena organización y la variedad musical dentro de la escena rock escorada hacia el punk. 
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España

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