martes, 23 de mayo de 2017

Una OSPA de gran altura



Concierto de la OSPA. Teatro Jovellanos 11 de mayo. Directora: Marzena Diakun; violonchelo: Daniel Müller Schott.  Programa “Rusia esencial III”.
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El programa de la temporada de la OSPA que lleva por título “Rusia esencial III” fue sin duda el más ambicioso de los tres, y para llevarlo a cabo era necesario contar con una batuta sin titubeos y un violonchelista que no le tuviera miedo al mismísimo Rostropovich. La joven directora polaca Marzena Diakun se encargó de extraer todas las posibilidades que la OSPA tiene para interpretar tres obras de gran dificultad, cercanas en el tiempo pero de características bien distintas. Por otro lado, el prestigioso violonchelista Daniel Müller Schott se encargó de abordar  una obra de Shostakovich que está a la altura de muy pocos virtuosos.

La primera de las obras, “Obertura para orquesta sinfónica” (1943), pertenece a la compositora polaca, Grazyna Bacewicz, una discípula de la conocida popularmente como “Boulanguerie”, -del  francés “panadería”-, nombre con el que se conoce a los discípulos aventajados de la maestra Nadia Boulanguer. Está claro que Bacewicz supo absorber las lecciones magistrales de composición de Nadia. Además,  su formación como instrumentista y virtuosa del violín dieron como resultado obras de grandísima calidad técnica y artística enmarcadas dentro del neoclasicismo, como es el caso de la Obertura, donde las cuerdas cobran gran protagonismo y exigencia de interpretación. Su único defecto es la brevedad, aunque se trata de una obertura me quedo con ganas de escuchar más desarrollo. De todos modos, es un placer poder comprobar que obras como esta, tan escasamente interpretadas, forman parte de programas de orquestas sinfónicas y no solo con motivo del “Día de la Mujer”, como es lo habitual. 


Para la interpretación del “Concierto para violonchelo nº 1 en mi bemol mayor” de Dmitri Shostakovich se contó con la presencia del violonchelista Daniel Müller Schott. Su interpretación fue magistral. La sonoridad inquietante de la obra es de una grandísima dificultad técnica y expresiva, abarcando todos los registros sonoros posibles del violonchelo, desde los graves más profundos hasta los armónicos más delirantes. Puede que fuera una gran motivación contar con un violonchelista tan brillante, el resultado es que la sección de cuerda de la OSPA, principalmente la grave, sonó mejor que nunca. Sin duda, fue un privilegio poder escuchar a uno de los violonchelistas más importantes del siglo XXI. Daniel Müller recibió una gran ovación en el Teatro Jovellanos y en agradecimiento nos deleitó con una breve  pieza de Ravel que fue enormemente agradecida por los presentes.

Para terminar la velada la “Sinfonía en re menor” de César Franck. Una obra dotada de una gran riqueza sonora  y muy audible para las cócleas afines a la consonancia, aunque su estreno en el año 1889 “fue desastroso [y] se criticó duramente”, según nos cuenta la musicóloga Miriam Perandones en las notas al programa de la OSPA. Los pasajes de gran densidad, en cuanto a textura, fueron solventados de manera impecable por la sección de cuerdas y la sección de viento estuvo espectacular en los fragmentos de mayor intensidad. En definitiva, la brillante batuta de Marzena Diakun hizo que la OSPA estuviera a la altura de las mejores orquestas sinfónicas y resolviera un programa de gran envergadura.

Crítica de Mar Norlander para La Nueva España

La reencarnación de John Cage





Conciertos de: Novi_Sad & Ryoichi Kurokawa, Hauschka, Alex Augier y Martin Messier. Sábado 29 de abril. Teatro de la Laboral. Laboratorio de Electrónica Visual

 
Novi_Sad & Ryoichi Kurokawa, con su espectáculo “Sirens”, se encargaron de abrir los conciertos del Teatro de la Laboral organizados por el LEV  para su XI edición del Festival Internacional de Creación Audiovisual de Gijón. Los creadores se juntaron para ofrecer una sesión de menos de una hora en la que pudimos ver imágenes que se  descomponían en pequeños fragmentos, deformándose a base de movimientos muy rápidos o muy lentos, para mutar seguidamente  en otra imagen. Una sesión en la que la función sonora servía de apoyo  y aderezo a los efectos visuales de gran calidad.

 
 
Pero el artista más esperado de la noche era el compositor y pianista Hauschka,  y bien que se hizo esperar porque llegó al escenario con casi una hora de retraso.  El público ya empezaba a estar molesto y comenzaba a subir la intensidad de los silbidos y los pataleos en la tarima.  Hauschka comprendió que había rebasado el límite de la paciencia de los espectadores y salió con toda la humildad para pedir disculpas porque tenían algún problema técnico con las conexiones de la parte visual, a cargo de la artista Florence To.  Se dispuso a comenzar su actuación sin la parte luminosa, pero la “magia” de la electrónica hizo que todo se solucionara en el último instante pudiendo disfrutar en directo de su último trabajo “What if”.  Comenzó percutiendo las teclas de un piano acústico preparado con múltiples accesorios y creando loops que iba superponiendo en diferentes capas.  También contó con dos pianos Yamaha Disklaviers, traídos de Alemania para la ocasión, de los que extraía sonidos controlados por el piano de cola. Poco a poco el concierto iba cogiendo intensidad y creando estratos llenos de matices, dinámicas y contrastes, fusionando la interpretación en directo con pistas pregrabadas y sonidos sintetizados. A cada tecla o grupo de teclas del piano le asignaba un sonido diferente, bien electrónico o bien con accesorios adheridos a las cuerdas del piano; esto producía una riqueza de timbres inusual  y una completa orquesta de percusión manejada por los dedos de un pianista. Durante unos minutos nos hizo viajar y situarnos frente a una performance ofrecida por el innovador y creador John Cage, padre del piano preparado -entre otras cosas-. Algunos problemas de sincronización con los loops surgieron en la interpretación en vivo, pero rápidamente los corregía y la atmósfera sonora creada era tan gratificante que esos errores se podían considerar virtudes humanas. ¿Quién necesita tanta perfección? Cuando ya el final del concierto estaba próximo comenzó a desprender y tirar al suelo los artilugios adheridos a las cuerdas del piano hasta que quedó totalmente limpio y se quedó tocando una pieza modal preciosa, demostrando las grandes dotes de pianista que tiene el alemán Volker Beltermann, de nombre artístico Hauschka. El público se puso de pie aplaudiendo sin parar y manifestando que aquel era el mejor concierto del LEV.


Después de la estelar actuación de Hauschka todo era poco, pero aún quedaba mucha noche y en el teatro faltaban dos actuaciones importantes. Alex Augier llegó con un espectáculo de geometría visual titulado “_Nybble_”, en el que el artista manipulaba  la luz y el sonido  en perfecta sincronización, jugando con los estéreos y produciendo la sensación de que era la propia luz la que generaba el sonido.  

 
 Por último el canadiense  Martin Messier, ofreció una puesta en escena con dos paneles a modo de interfaz, colocados de tal modo que él mismo podía conectar y manipular el sonido haciéndolo por momentos visible.  La energía y el espectáculo que ofrecía en directo fue muy aplaudido y agradecido por el público, que siempre muestra más entusiasmo cuando hay más implicación humana que mecánica.
El cierre de la XI edición del Festival Internacional de Creación Audiovisual de Gijón, antes de la fiesta nocturna, corre a cargo de la violonchelista Julia Kent y el lugar escogido es el Jardín Botánico Atlántico. Un entorno singular en el que pudimos escuchar  a la artista canadiense extraer de su chelo ricas sonoridades que graba una y otra vez en forma de loops, para reproducirlos al instante de ser grabados, generando múltiples capas de sonidos que le sirven de base para desarrollar tranquilas e hipnóticas melodías. Sin duda la edición del 2017 ha sido una de las mejores del Laboratorio de Electrónica Visual, consolidándose como uno de los más prestigiosos festivales internacionales de la música electrónica de vanguardia y de las artes visuales.  

Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España.

jueves, 4 de mayo de 2017

Buenas propuestas del L.E.V.




Buenas propuestas del L.E.V.

Dos espectáculos que derrochan grandes dosis de creatividad en el L.E.V. y uno que se queda a medio camino.

Festival Laboratorio de Electrónica Visual (L.E.V.). Conciertos en el Teatro de la Laboral. Viernes 28 de abril.

Kara-Lis Coverdale inició los conciertos del Teatro de la Laboral arropada por múltiples elogios de la crítica especializada, por lo tanto, una de las actuaciones más esperadas del Laboratorio de Electrónica Visual (L.E.V.).  Con varios trabajos ampliamente reconocidos en su corta vida artística también supo crear expectación al publicar su proyecto “Grafts” el mismo día del concierto. Y tanta expectación funcionó, ya que la butaca del teatro estaba a rebosar. Dividió el espectáculo en  tres partes: la primera con predominio de ambientes más percusivos que melódicos, a base de diferentes timbres provocados por múltiples arpegios y glissandos que se entremezclaban produciendo un caos sonoro muy rítmico. La segunda parte estaba estructurada con predominio claro de melodías sugerentes que se solapaban a base de ondulaciones y creaban un ambiente más etéreo y tranquilo. En la última parte el elemento principal era la armonía, superponiendo múltiples capas de acordes que creaban ambientes más densos y animados. Los diferentes sonidos de órgano sampleados y manipulados a gusto de la artista sirvieron de hilo conductor para toda la sesión.  
La creatividad de la canadiense Kara-Lis está fuera de toda duda y por ello se ha convertido en una artista referente en la electrónica experimental y el sonido ambiente.  Pero para destacar en el L.E.V. hace falta algo más que buenos loops y de ese plus se encargó el alemán Marcel Weber (MFO), un artista visual que ya nos sorprendió con  su trabajo en otros eventos de años anteriores. Sus proyecciones invitaban al espectador a sumergirse en jardines exóticos y ambientes oníricos que despertaban la imaginación. El resultado: un buen trabajo y buena conjunción  de Kara-Lis y MFO.


En otra línea y otro discurso totalmente diferente gira el espectáculo “Frequencies”, de Nicolas Bernier.  Para definir el trabajo de Bernier los musicólogos nos encontramos con una vieja problemática: el Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana no contiene vocabulario suficiente para detallar con precisión la oferta sonora del artista. Las muestras son pequeñísimas partículas de sonido que reproduce a distintas velocidades creando ¿melodías con distintas alturas? La definición es correcta pero incompleta. La simplicidad tímbrica de micro-sonidos industriales se fundía con una puesta en escena de luz blanca  a base de rectángulos sobre fondo negro, marcando el ritmo del discurso sonoro.  En definitiva, una sesión para disfrutar y comprobar que con buenas ideas y pocos elementos se puede crear un espectáculo audiovisual de alto nivel.


No podemos decir lo mismo de la última actuación en el teatro a cargo de Amnesia Scanner & Bill Kouligas, con su trabajo Lexachast.  En cuanto a la propuesta sonora nada nuevo en el horizonte, patrones, ritmos y loops demasiado comerciales y muy machacados en los oídos de los aficionados a la electrónica. En el aspecto visual pudimos contemplar un montón de bonitas imágenes y fotografías de la naturaleza, actitudes humanas cotidianas, animales,... pero faltó coherencia con la música.  El público aplaudió con cortesía y se fue al primer indicio de haber terminado el show para continuar con la amplia oferta artística y cultural. 

Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España 30 abril, 2017.

Colectivo Asturiano de Jazz en el Gijón Sound Festival



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Un especial “día de la marmota”

Concierto del Colectivo Asturiano de Jazz (CAJ) en la Plaza Mayor. Gijón Sound Festival.  Domingo, 2 de marzo

Cuando se asiste con frecuencia a las sesiones de jazz, en las que la formación no corresponde a un nombre o a una identidad particular, se puede llegar a tener la sensación de estar viviendo ese famoso  “día de la marmota”, cuya existencia conocemos todos a raíz de la película “Atrapado en el tiempo”, (espectacular el papel de Bill Murray, dicho sea de paso). ¿Y por qué digo esto? Porque, en estos casos los músicos de jazz se juntan un par de días antes (a veces ni eso), deciden  rápidamente un repertorio archiconocido por todos los integrantes y se dedican a improvisar varias ruedas sobre temas estándar extraídos del Real Book, que es el manual indispensable para cualquier jazzista. Es decir, es siempre lo mismo con pequeñas variaciones.

Pues bien, para la despedida de la tercera edición del Gijón Sound Festival se optó por un concierto dedicado al jazz en la Plaza Mayor. Y para ello contó con una representación del Colectivo Asturiano de Jazz (CAJ), formado para la ocasión por Jorge Viejo (saxo y voz), Xaime Arias (piano), Manu Molina (batería), David Casillas (contrabajo) y Carlos Pizarro (guitarra). El quinteto ofreció un repertorio estandarizado (de los del Real Book), pero escogido con cierta elegancia en diferentes aires dentro del jazz: bossas, swing, funk, latin…

El saxofonista Jorge Viejo lideró está formación especial y desde los primeros temas, concretamente con  “It could happen to you” del trompetista Chet Baker, dejó claro que, además de dominar el saxo tenor tenía una sólida formación vocal. También se lució con bossas, como la preciosa “ Brigas nunca mais”, original de Tom Jobim en versión de Djavan. Quizás, sus improvisaciones vocales tipo scat, desarrollado al máximo  por la gran Ella Fitzgerald, quedaron técnicamente correctas pero un tanto frías. Un poco de riesgo no hubiera estado mal, de todos modos Jorge Viejo tiene un bonito timbre y desde luego sabe cantar.

A pesar de que la acústica de la carpa no favorecía la sonoridad y no permitía captar todos los matices que estaban presentes, todos los músicos tuvieron sus momentos correctos y algunos brillantes, como  Carlos Pizarro con su improvisación en “Just Friends”. La técnica impecable de toda la formación fue superada por el pianista  Xaime Arias al imprimirle un plus de pasión. Y no es que al resto de la banda le falte (pasión, quiero decir), es que Xaime desborda. Su particular forma de frasear, sus experimentaciones rítmicas con apoyaturas en las notas y en los pulsos más inesperados, sus largas construcciones  que abren hacia el agudo y regresan al punto de partida alejadas de la mecánica, amén del virtuosismo,  dan coherencia, carácter y naturalidad a cada melodía. Tiene una forma de improvisar  y de dialogar con el resto de la banda que le hace singular.  Sin duda uno de los mejores pianistas que tenemos en España.

Y por todas estas razones, y otras que me callo por falta de espacio, puede que fuera otro “día de la marmota” en el jazz pero, desde luego, un día especial que merece la pena revivir.

 Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España el 5 de abril, 2017.