jueves, 14 de mayo de 2015

El lamentable concierto de Micah

Micah P. Hinson. Sala Acapulco del Casino de Asturias.  Jueves 7 de abril.

La pésima actuación del cantautor americano dejó al público estupefacto.  Alrededor de 100 personas acudieron a la sala Acapulco para ver de nuevo al que fue considerado hace 10 años el artista revelación de la escena folk-rock. Un músico de 34 años, nacido en Memphis que ha sido capaz de cautivar a miles de seguidores en toda Europa por su particular forma de cantar, desde el sentimiento más profundo y por sus letras controvertidas y sinceras que hablan de amor, soledad, tristeza y todo lo relacionado con la vida de un perdedor. Un personaje que encaja perfectamente con la descripción de la música alternativa-indie.

Después de su última visita a Gijón hace dos años, volvió a subirse al mismo escenario, ataviado con una guitarra acústica y varios pedales de efectos, para explicar el motivo de la gira que le trae por varias ciudades de España: el 10º aniversario de su "Micah P. Hinson And The Gospel Of Progress".

Desde los primeros acordes que sonaron la pregunta era ¿Qué le pasa a Micah? Voz temblorosa y desafinada, incapaz de concluir una estrofa completa sin atascos.  A veces se olvidaba de cantar o lo hacía sin micrófono, y no era a propósito. Con la guitarra parecía un principiante probando acordes para ver cuál quedaba mejor y utilizando distorsiones sin ningún control del volumen.  Sus canciones ralentizadas, sin medida,  sin empezar ni terminar, sin entusiasmo, sin nada que decir.  Entre tema y tema largos discursos incoherentes y entrecortados.  A la media hora de ridícula actuación en la que ni una sola canción sonó medianamente aceptable optó por tomarse un descanso de 15 minutos.  A la vuelta todo siguió igual de lamentable.  En definitiva, el mayor desastre de un artista que he presenciado en mi vida.  


El comportamiento del público impecable, algunos optaron por irse discretamente y una gran parte aprovechó el descanso para abandonar la sala porque  el asunto no tenía ni un atisbo de mejoría. Los que se quedaron aplaudían tímidamente, con respeto por alguien que  en su día les tocó alguna fibra sensible. Según los organizadores, no había bebido nada  y si toma drogas no me consta, como diría la infanta.  Especular sobre lo que le pasa a Micah no es asunto mío y no voy a entrar en ello, pero, subirse a un escenario en esas condiciones es una gran falta de respeto al público y alguien tendría que haberlo evitado. Esperemos que haya sido sólo una pésima noche y que aún quede algo de artista dentro de Micah P. Hinson. 
Crítica de Mar Norlander para La Nueva España

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