jueves, 14 de mayo de 2015

Buenas ideas barrocas


Orquesta  de Cámara de Siero (OCAS).  Dirección: Aarón Zapico
Higiénico Papel Teatro. Guion y Dirección de escena: Laura Iglesia
Danzasturias.  Coreografía: María Larroza
Teatro Jovellanos, domingo, 26 de abril.

La magnífica interpretación del actor Félix Corcuera en el papel del diletante rey Jorge II fue el hilo conductor  del divertido espectáculo “Una de fuegos artificiales”, recreación  del estreno de “Música para los reales fuegos de artificio” de Haendel, compuesta para celebrar el fin de la Guerra de Sucesión austriaca  en la Inglaterra de 1748. El hecho histórico fue un auténtico desastre, sin embargo en el espectáculo del Teatro Jovellanos no hubo ningún incendio y fue un gran éxito en las dos sesiones del domingo.

La jovencísima  Orquesta de Cámara de Siero, junto con “Danzasturias” y la escenografía de “Higiénico Papel Teatro” se unieron para ofrecer al espectador música y danzas barrocas (y también actuales), luces y mucha pirotecnia.  Hay que destacar la labor de los dos jóvenes violinistas de la orquesta: Carlos García y Luís Campa, que se encargaron de la parte de los efectos especiales, totalmente inocuos, por supuesto,  con muy buenos resultados.

La fanfarria inicial del eurovisivo  himno de Charpentier,  con dos trompetas en los palcos, quedó un poco deslucida  por el nerviosismo propio de los jóvenes intérpretes, pero rápidamente el resto de la orquesta se hizo con el control para dar paso a la llegada de Jorge II y su ayudante. Ambientado por los acordes de una tiorba el rey narra los acontecimientos que tuvieron lugar aquella trágica noche. Un guion escrito  con gran inteligencia y mucho sentido del humor por parte de la directora de escena  Laura Iglesia nos traslada al siglo XVIII, en el que se dan cita diferentes músicas barrocas, principalmente de Haendel y Telemann, con guiños al “La, la, la” de Massiel, a Michael Jackson y algún fragmento de rock. La música, interpretada por una orquesta muy joven y amateur y conducida magistralmente por Aaron Zapico,  sorprendió a los presentes por las dinámicas conseguidas, con  momentos brillantes en la sección de cuerda y la incorporación de detalles contemporáneos, sobre todo en la sección de percusión.


Los decorados, la buena colocación en el escenario y los “fuegos artificiales” a base de globos luminosos y mucho confeti disparado desde los palcos más altos del teatro completaban un espectáculo muy actualizado en el que no hubo ningún elemento  histriónico,  todo estaba justificado. Las pompas de jabón cayendo del techo para que el rey  pudiera “nadar”, ataviado con bañador y gorro años 20,  mientras la orquesta interpretaba el tercer movimiento de la sinfonía de Telemann, quedó magistral. También hubo lugar para bailes de hip-hop y personajes como Félix Rodríguez de la Fuente o Buzz Lightyear y su  “Hasta el infinito….¡y más allá!”, con el que el rey Jorge II despidió la actuación. Un espectáculo hecho con más inteligencia que medios y con unos resultados que ya quisieran otras grandes producciones.  Por si fuera poco la recaudación se hace con fines solidarios. ¿Quién da más por menos?
Crítica de Mar Norlander para La Nueva España.

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