viernes, 6 de marzo de 2015

Ángel Stanich, una experiencia intensa

Un tipo feo para esta época (con perdón), aspecto desaliñado y parco en palabras,  voz rozando lo desagradable y estridente sobre todo en los registros agudos, amén de que el sonido de la sala tampoco le favorecía.  ¿Quién es  Ángel Stanich? Sus canciones se han convertido en himnos  entonados  y allá por donde pasa va ganando adeptos, como  si del “guitarrista” de Hamelín se tratase.
Se presentó el sábado (28 de febrero) en la sala Acapulco de Gijón dispuesto a no defraudar a cientos de seguidores.  Tras una estupenda actuación de los teloneros “Caballo Loco” sube al  escenario  arropado por una guitarra acústica y comienza a  entonar su “Amanecer Caníbal”. El público va cogiendo posiciones en primera fila   mientras el cantante desgrana una historia surrealista a la par que poética.    Casi al final del tema entra el resto de la banda para transformarlo en un rock sureño que coge velocidad al ritmo del taconeo de Stanich. 
Este enigmático artista, originario de Santander y residente en Madrid,  acaba de publicar hace pocos días el EP “Cuatro Truenos Cayeron”, con dos temas nuevos, “Carbura!” y “Mojo”,  que hay que añadir a su álbum “Camino Ácido”. Fue descubierto por Javier Vielba  en Valladolid, quien decidió producir  su primer disco.  Su apuesta de momento le está saliendo bastante rentable,  pues la  agenda de conciertos  está bastante repleta.
En el tercer tema saluda al público invitándoles a recorrer su “Camino  Ácido” junto con 3 estupendos músicos que le acompañan en la gira; Alex Izquierdo (bajista), Víctor L. Pescador (guitarra) y Lete G.  (batería).
Para “La noche del Coyote” pide silencio  (sólo un momento), pues el tema empieza muy bajito con guitarra y armónica. Poco a poco van subiendo los decibelios, el ritmo y la tensión,  mientras nos cuenta qué va a ocurrir la noche en la que el  Coyote pille al Correcaminos.
 Tras  anunciar las “últimas curvas del espectáculo”, eso sí, promete que serán intensas, prosigue con “Último aviso para el siglo XX” con un  público entregado que  canta sus versos y protesta,  pues la función se acaba. Pero no se puede cerrar una magnífica actuación sin volver a entonar “Metralleta Joe”, convertido en el himno oficial de los seguidores de Ángel Stanich:    “Hey, Joe, si me vas a matar / déjame al menos que termine mi sándwich”.
¿Qué tiene la música de Stanich?    Madurez, originalidad, energía, sonidos envolventes muy bien trabajados, cambios de ritmo  y sobre todo buenas letras. Rimas surrealistas, controvertidas, cargadas de ironía y humor, donde se fusionan personajes de ficción y de la vida real  para contarnos historias absurdas que despiertan la imaginación del más apático.  Es difícil de definir pero todo aquel que haya podido presenciar uno de sus conciertos en directo sabe de qué hablo.   

Mar Norlander para La Nueva España 


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