domingo, 29 de marzo de 2015

Concierto para Instrumentos Aumentados

Laboral, Centro de Arte y Creación Industrial. “Encuentros de música electroacústica”. Fundación Municipal de Cultura. Viernes 20 de Marzo.
La quinta edición de “Encuentros de música electroacústica”, llegó a su fin con un concierto singular cuyo título despertaba curiosidades: “Concierto para Instrumentos Aumentados”.  ¿Aumentados? Esto es nuevo.  Para los seguidores de la música  contemporánea  hablar  de indeterminación, uso del azar, happening, performance, arte multimedia… es habitual, ya que son  términos que forman parte del acervo de las vanguardias del siglo XX. Sin embargo no olvidemos que estos términos, o mejor dicho estas prácticas (el término suele darse a posteriori), surgieron en encuentros similares al  ofrecido por iniciativa del Taller de Músicos de Gijón. Posiblemente  no con tanto bombo y platillo, ni con tantos medios económicos,  como los encuentros en el Black Mountain College  de los años 50’ ( por poner un ejemplo), donde se reunían  muchos artistas como John Cage,  Merce Cunningham o la mismísima Yoko Ono,  pero la esencia es la misma.  Se trata de dar cabida a iniciativas de intérpretes y creadores sonoros que buscan la experimentación del sonido más allá de los cauces habituales.
En esta ocasión se apuesta  por la experimentación con instrumentos tradicionales valiéndose de la tecnología para “aumentar”  las posibilidades sonoras de los mismos. Así pudimos disfrutar de diferentes propuestas de la mano de músicos con gran peso curricular, unas con más acierto que otras, pero  al fin y al cabo todas innovadoras  porque de eso se trata. 
El violinista Alejandro Morán abrió el concierto con una composición inspirada en la Grecia épica titulada “Demodocos Geistesblitz para violín aumentado”.  Mediante una pastilla adherida al instrumento capta la sonoridad y la transmite a un ipad para que procese el sonido y lo aumente a base de echos, delays y resonancias, al mismo tiempo que  juega con diferentes tesituras y dinámicas para crear efectos imposibles en un violín tradicional.  La  propuesta de la segunda obra “Elogio de lo ausente”,  tocando en un piano de juguete un tema de Schumann y  “aumentando” el sonido por medio de un piano grabado y un altavoz me pareció interesante sobre el papel, pero el resultado final no me convenció.
Buenas sensaciones causó “Momentum Kinésica” para guitarra, electrónica en vivo y dos guitarras solas.   Moisés Arnáiz toca en directo una guitarra que transmite el sonido a otras dos apoyadas en sus soportes, haciendo que resuenen a la vez.  El sonido  es procesado a través de un ordenador  y  el sonista  Honorino García,  mediante una Xbox, lo captura con sus manos y lo mueve a través de movimientos similares al tai chi.
“Transducción Aérea” de Francisco Javier Rodríguez fue compuesta para esta ocasión.  La idea es aprovechar las TICs y dotar al instrumentista de la capacidad de controlar el sonido activando o desactivando los procesos a tiempo real.  Mediante un sistema de cuadrafonía el sonido viaja por todo el espacio físico que ocupa el escenario donde se halla el público, transmitiendo sonoridades curiosas.   El concierto finalizó con la obra “Turbo” de Alfonso Mollá (tuba) y Miguel Fernández (sonista), donde se apuesta por la improvisación y se aprovecha el espacio interactuando con el público.

No sé si esto de “instrumentos aumentados” se verá alguna vez reflejado en los libros de historia de la música, lo que sí sé es que hay que apoyar en la medida de lo posible este tipo de iniciativas y darle cabida a artistas que no se conforman sólo con reproducir patrones  estandarizados.
Crítica para el periódico La Nueva España.  

Tamar Beraia, la gran promesa del piano



Recital de piano de Tamar Beraia, organizado por la Sociedad Filarmónica de Gijón.  Teatro Jovellanos. Miércoles 25 de marzo, 2015.
Puntual y con presencia impecable, la georgiana Tamar Beraia se presenta en el Jovellanos dispuesta a ofrecer un recital que aborda piezas magistrales del repertorio pianístico del siglo XIX y principios del XX.  Su aspecto frío, con escasos movimientos físicos ante el imponente piano, contrasta con la expresividad y la pasión que concentra en sus dedos capaces de extraer delicados pianísimos y estruendosos fortes.
Inicia el recital con Nocturno Op. 9 Nº 1de Chopin, una composición con claras reminiscencias estéticas de los nocturnos de John Field, creador del término. La exquisita interpretación deja claro que es una pianista de altos vuelos capaz de cumplir los vaticinios de los más especializados cuando afirman que en pocos años  se convertirá en figura de primera línea, a la altura de María Joao Pires, Martha Argerich o nuestra Alicia de la Rocha. Pocos segundos de pausa necesita para concentrarse y enlazar las diferentes piezas que incluye  el programa, cada una de ellas con  características muy particulares.  Así, tras la magnífica interpretación de dos temas de Tschaikowsky  aborda el segundo movimiento de la Sonata para piano nº 3 de Brahms, cuya composición nos recuerda a algunos pasajes de Beethoven.  
Si alguna imprecisión pudimos captar a lo largo de una hora fue en el “Estudio trascendental nº 11,  Armonías de la tarde” de Franz Liszt, una endiablada composición que  se encuadra entre las más difíciles de la historia del piano,  quedando algunos fraseos un tanto turbios en  manos de Tamar, pero poca cosa. Seguidamente, con gran acierto,  nos traslada al siglo XX con  una de las tres piezas que componen “Estampes”  de Debussy, “La soirée dans Grenade”, cuyo impresionismo cargado de  atmósferas melancólicas y  vaporosas se inspiran en Andalucía y a la que Falla hizo referencia en múltiples ocasiones.  Seguimos escuchando impresionismo pero con particularidades diferentes, pues  es  el turno del movimiento “Le Gibet” de la obra “Gaspard de la nuit”.  Aquí se evidencia la afición de Ravel por los relojes con una partitura que oscila entre un tic-tac constante  y preciso y unas melodías sugerentes cargadas de armonías de inspiración más americana. Muchas obras de jazz juegan con estas cadencias.

Dejamos Francia y nos trasladamos a las múltiples influencias que conforman el estilo personal del húngaro Béla Bartók, con dos piezas en las que el piano se convierte en un instrumento de percusión  con ritmos agitados y complejos. Tamar realiza una  interpretación precisa a la par que delicada y sutil. Para no romper la magia presente nadie del público se atreve a respirar más fuerte de la cuenta o a moverse de sus butacas por temor a un crujido inesperado. Cierra el programa con el sugerente Nocturno Op. 62, Nº 1 de Chopin y el público le reclama con insistentes aplausos un bis.  Agradecida, nos regala una magnífica interpretación de la “Danza ritual del Fuego” de Manuel de Falla.  Con esta obra talmente parece que la sangre española corre por sus venas.
Crítica para el periódico La Nueva España

El buen gusto de la OSPA



Jueves 19 Marzo, 2015.  .  Concierto de la  Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias en el Teatro Jovellanos de Gijón. 
Corrado Rovaris, Director. 
Asier Polo,  Violonchelo.
El canon estético dominante, influido por una aristocracia rígida y una burguesía incipiente que imitaba  los usos y costumbres de la élite cortesana, dicta las leyes sobre lo  que representa el buen gusto en la etapa de Mozart.  Este canon se  puede resumir en algo así como   “moderación de las pasiones”. W.A. Mozart, con solo 20 años,  estaba en un momento de su vida en el que sabía, por un lado contentar a esa élite adinerada auspiciadora del compositor  y su familia, y por otro lado preservar  cierto grado de libertad  artística.  En este contexto surge la Serenata nº 6 en re mayor, conocida como “Serenata nocturna”,  una partitura en la que lo evidente cumple los cánones estéticos más galantes y  lo genial queda en un segundo plano,  pero presente, sin duda. Doce años después, a pesar de su precariedad económica el compositor se encuentra en uno de sus mejores momentos compositivos.  Así surge la “Sinfonía nº 40 en sol menor”,  que cumple con los convencionalismos de la época y al mismo tiempo está cargada de sutilezas orquestales y libertades armónicas (más que la anterior) que la elevan a la categoría de obra genial.   Con estas dos obras se abrió y se cerró el concierto de la OSPA,  bajo la dirección del italiano Corrado Rovaris en el Teatro Jovellanos.  Una interpretación exquisita y  comedida bajo una  batuta elegante y apropiada para esta música, pues Rovaris  conoce perfectamente la obra de Mozart y su contexto histórico. La serenata podía haber transcurrido sin la figura del director, ya que casi todo estaba en su sitio, excepto algún desajuste en los timbales.   Para la sinfonía hizo falta una ampliación y redistribución de la orquesta y el director se empleó más a fondo, controlando en cada momento las distintas secciones orquestales con gestualidad abundante y precisa, para que todo fluyera adecuadamente y así trasladar a los espectadores a la época.  Yo  podía sentir la peluca empolvada encima de mi cabeza.

 En medio de las dos obras de Mozart llegaba el  plato fuerte de la noche de las manos del violonchelista Asier Polo y su esperada interpretación de la obra “Variaciones rococó para violonchelo y orquesta”,  de Chaikovski. Una obra compuesta 100 años después de la “serenata”, con claras influencias mozartianas  que representa un importante listón  para los chelistas.   No basta  con ser bueno para  franquearlo, hay que ser excelente.  Asier Polo lo es y lo demostró con una extraordinaria ejecución de las siete variaciones en su violonchelo Francesco Rugieri, fabricado en Cremona en 1689. La interpretación de las tres últimas variaciones dejó a más de uno sin aliento al poder comprobar de qué manera las exigencias técnicas requeridas fueron un paseo para Asier y con qué pasión y soltura deslizaba sus dedos por el chelo. Por su parte la OSPA,  una vez más, demostró su versatilidad y su labor de conjunto llevando todo el peso armónico y orquestal de la obra para que el chelo pudiera “cantar” cómodamente, sobre todo  por pasajes de gran precisión en cuestiones de dinámica. Aunque el protagonismo fue para Asier Polo no quiero desperdiciar la ocasión para aplaudir a Eva Meliskova, que supo asumir las directrices  de concertino con gran profesionalidad. El numeroso público ovacionó merecidamente a la OSPA, al director Corrado Rovaris y principalmente a Asier Polo, por su entusiasmo, su ejecución y su buen saber hacer. 
Mar Norlander para el periódico La Nueva España. 

Diálogo entre dos instrumentos

Stefan Schultz(trombón) y Saori Tomidokoro (piano). Sociedad Filarmónica de Gijón. Teatro Jovellanos. Miércoles 18 de Marzo.

El diálogo fluido y permanente entre un trombón bajo y un  piano Steinway & Sons, marcó la tónica de la velada musical ofrecida por la Sociedad Filarmónica de Gijón para el disfrute de sus socios. Con el “Concertino” del compositor danés Soren Hyldgaard (1962), sobre una adaptación de la Rapsodie Borealis, se inicia el recital  del prestigioso trombonista alemán Stefan Schulz, acompañado por la pianista japonesa Saori Tomidokoro.  Un concierto en el que se mantiene  la conversación entre  los dos instrumentos,  con ajustes de tempo  de gran precisión y una  riqueza de matices de mucha dificultad, sobre todo  para un metal como el trombón bajo.
El repertorio escogido para la ocasión abarca obras maestras distanciadas en más de tres siglos.  Tras la composición de Hyldgaard retrocedemos 100 años para escuchar el Opus 70 de Robert Schumann, la obra que más entusiasmo causó al público asistente. Continúa el retroceso en el tiempo para adentrarnos en el final del  barroco de Telemann.  Pocas notas emitidas contradijeron a la partitura, incluso en los pasajes más comprometidos, como el Allegro y el Vivace de la Sonata en Fa m del compositor alemán, cuya endiablada digitación  requiere mucha concentración y un gran dominio de la técnica. 

Tras la pausa pudimos disfrutar de un breve ensamble de cuatro trombones interpretando un extracto de la obra de Haydn “La Creación”.  Turno para el lucimiento de la pianista con una pieza  de Toru Takemitsu, cargada de  tintes impresionistas más que orientales. El programa se cierra con  varios lieder de tres compositores rusos, Tchaikovsky, Dargomyzhski y Glinka, interpretados con una dinámica poco habitual, logrando imprimir un sello sonoro muy personal.  El público lo agradeció reclamando un bis a los magníficos intérpretes.  
Mar Norlander para el periódico La Nueva Expaña

Merche quiere contarte.

Concierto en Gijón, 14 de Marzo. Sala Acapulco (Casino de Asturias).
El  sábado 14 la sala Acapulco contó con la presencia de la cantante gaditana Merche, una de las artistas más importantes del pop nacional. Sus colaboraciones con figuras de renombre como Pablo Alborán, David Bisbal, Alejandro Fernández o Pitingo (entre otros), así como su participación en calidad de  jurado para  el programa “Tu sí que vales” de Telecinco,  han servido para afianzar una carrera discográfica con siete discos en el mercado.  Desde su debut en el 2002 hasta el actual álbum “Quiero contarte”  ha tenido una evolución profesional y personal llena de éxitos y reconocimientos. La temática principal de sus composiciones  trata de distintos aspectos que giran en torno al amor y al desamor y cuenta con multitud de seguidores fieles que no pierden oportunidad de disfrutar de sus actuaciones en directo. Así lo evidenciaron en su paso por Gijón.    
Con sólo 10 minutos de retraso abre la actuación el tema “Mentira”, con una base rítmica animada de pop-funk sobre la que la voz dibuja una  melodía pop con aire flamenco, muy en la línea habitual de la cantante. Continúa con el primer single del disco, “Te espero cada noche”, una balada romántica hecha a su medida para que pueda  deleitar  a los asistentes  con  sus dotes vocales, eso sí, sin riesgos excesivos. Se aprecian algunos desajustes de sonido, tanto en niveles como en frecuencias,  pero a partir del quinto tema empieza a sonar cada cosa en su sitio. Parece  que el técnico de sonido da con la fórmula  para ecualizar la relación bombo-bajo que  había creado una bola de graves durante los primeros temas.  No es fácil, teniendo en cuenta que la prueba de sonido se hace con la sala vacía y  la presencia de tan numeroso público lo cambia todo.
Un tema tras otro conocimos todo el repertorio  que conforma su nuevo disco producido por Miguel Ángel Collado  y que presenta en la  gira iniciada en noviembre (Barcelona),  junto a sus músicos David de la Fuente (batería), Juan Carlos Recio (guitarra) y David Cordero (pianista y director musical).  Buenos músicos,  capaces de conseguir que  una simple triada de Do mayor suene a mucho más. 
 Además de los nuevos temas hizo un repaso de éxitos de sus anteriores discos mediante un popurrí de baladas y otro con temas más animados. El público disfrutó con una artista que pasa por su  mejor momento profesional, pues Merche sabe conectar con sus seguidores mostrándose cercana,  entusiasta, desenfadada  y sin apear la sonrisa durante toda la actuación. En definitiva, toda una gran profesional que sabe vender muy bien un producto fabricado y cosechado por ella misma.  Eso sí, sin riesgos. 
Crítica musical para el periódico La Nueva España. 

sábado, 21 de marzo de 2015

Minimalista Madama Butterfly.

Ópera Madama Butterfly. Teatro Jovellanos. Viernes 13 de Marzo

¡Por fin! La ópera llega a Gijón para satisfacer a un público ansioso de vivir uno de los espectáculos más complejos de llevar a cabo, principalmente por la cantidad de recursos necesarios para una puesta en escena de poco más de dos horas. En este caso  se rescata una de las óperas más conocidas del verismo, una bella partitura cargada de emoción y dramatismo del italiano Giacomo Puccini, al que los compositores especializados en el séptimo arte le estarán eternamente agradecidos, pues ha servido de inspiración para multitud de películas del género dramático y romántico.
Minimalismo y austeridad definen la puesta en escena de una producción alemana (del Teatro Magdeburgo)  bajo la dirección escénica de  Olivia Fuchs, optando por trasladar la acción a mediados del siglo XX.  Se abre el telón y ante nuestros ojos  un escenario  totalmente blanquecino  con plataformas  de distintas  alturas y tamaños que sirven para desarrollar la trama.  La idea no es mala, no están los tiempos para grandes derroches. Además,  las diferentes alturas ofrecen al público una mejor visión de todos los personajes y las acciones que se desarrollan, aunque cause cierta incomodidad al devenir de algunos actores. De las ideas de Olivia Fuchs, aunque capto su intención,  no acabo de  encajar la colocación de la  nevera tipo retro años 50’ a partir del segundo acto.  Para mi gusto le dio un punto hortera a los decorados.  Lo más destacable de la puesta en escena es la iluminación, a cargo de Alfonso Malanda, siendo capaz de crear distintos ambientes para enfatizar distintas acciones, en especial el momento del  “coro a bocca chiusa” con los farolillos de colores. Muy bonito. 
En el aspecto musical, la soprano Carmen Solís estuvo convincente en su papel protagonista desde el primer instante, tanto en la interpretación artística como en la vocal.  En el primer acto fue  capaz de asumir la inocente personalidad de una geisha adolescente entregada al amor idílico hacia el teniente Pinkerton, plasmando esa inocencia en una interpretación vocal con finura y delicadeza  en los pasajes más pianísimos y con brillo y limpieza en los fortes.  También convenció  a partir del segundo acto, pues  poco a poco la  ilusión del amor de Cio Cio San hacia el teniente se ve golpeada por la cruda realidad.   Madame Butterfly (o mejor dicho madame Pinkerton) sumida en la pobreza, cuenta solo con la compañía de su hijo y de su criada Suzuki, pero aún conserva la ilusión  por el regreso de su marido y le canta a Suzuki el aria “Un bel dì vedremo” (un bello día veremos). Carmen Solís es capaz de abordar el aria más conocida de la ópera con una mezcla de pasión, nostalgia y tristeza,  hilando nota por nota la melodía con una gran expresividad vocal, sin caer en el dramatismo recurrente y logrando un buen empaste con la orquesta. La particella de la soprano es compleja y requiere gran resistencia porque abarca mucho registro y principalmente distintas emociones, desde la más ilusa e inocente hasta la más dramática y trágica.  Carmen Solís supo afrontar cada una de ellas con gran profesionalidad.  
 No puedo decir lo mismo del protagonista masculino. Eduardo Aladrén asume el papel de F.B. Pinkerton con luces y abundantes sombras.  El tenor se lució en muchas frases de intensidad media y tenue en las que pudimos apreciar su belleza tímbrica, pero se dosificó en exceso y le faltó fuerza, siendo continuamente  imbuido por la orquesta en los pasajes fortes y “devorado” por otros personajes secundarios en los dúos y tríos.   Tampoco supo culminar el “Vogliatemi bene” con el que se cierra el primer acto, cuando Pinkerton y Butterfly   tienen su primera noche apasionada, pues, faltó el Do de pecho final quedándose en un Si (casi bemol).  Aunque suene a frase hecha en este caso  es literal.  Me quedo con la curiosidad de verle en otros papeles y asegurarme de que un día malo lo puede tener cualquiera.
  Es  necesario destacar la estupenda actuación de algunos personajes secundarios, en especial el cónsul americano “Sharples” a cargo del  barítono  Manuel Lanza, interpretado con gran tesón, elegancia y  firmeza.  El bajo, Víctor García-Sierra,  en el papel del “tío Bonzo” también estuvo a la altura de las circunstancias.
 La Orquesta Oviedo Filarmonía dirigida por José María Moreno hizo un buen trabajo,  luciéndose en las partes instrumentales y sirviendo de apoyo a los cantantes cuando era preciso. La sonoridad que  se proyecta desde el foso del Teatro Jovellanos no es espectacular, por cuestiones físicas,  así que no se puede pedir más.
Mar Norlander para el periódico La Nueva España.


Concierto para clarinete y electrónica

EME 5. Fundación Municipal de Cultura, Centro Antiguo Instituto Jovellanos.  8 de Marzo, 2015
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Asistir como público  a un estreno absoluto  y poder deambular por  el escenario con total libertad, mientras tiene lugar un concierto de música contemporánea en directo, es una experiencia única.   Ocho altavoces marcan los límites del escenario (situado en el patio del Antiguo Instituto),    y dos músicos   desarrollan un juego espacial en octofonía  creando un continuo diálogo entre clarinete y electrónica.
 La oportunidad se presentó el domingo, durante  el concierto inaugural de la quinta edición de  “Encuentros de Música Electroacústica”, a iniciativa del  Taller de Músicos, de la Fundación Municipal de Cultura de Gijón.  La  propuesta es por parte del clarinetista Miguel Pérez Iñesta junto con el compositor y sonista Antoine Daurat, en la que interpretan en directo cuatro piezas de Stefan Keller, Pierre Boulez, Antoine Daurat y Steve Reich. Además, los asistentes tuvieron el privilegio de disfrutar en primicia del estreno de  dos instalaciones sonoras del compositor y pianista Martin Hiendl, presente entre el público.

Una estación sonora, dotada de ordenador y varios  procesadores a cargo de Antoine Daurat, junto con cuatro atriles situados en diferentes puntos del escenario, por los que va pasando el clarinetista de una partitura a otra, enlazan las diferentes piezas de manera que el sonido nunca se extingue. La primera partitura es  “Immer da” del  suizo Stefan Keller,   en la que podemos apreciar un diálogo permanente entre el clarinete bajo, interpretado con gran precisión  por parte de Iñesta y los sonidos electrónicos  manipulados por Daurat mediante un ordenador.  Prosigue “Dialogue de l’Ombre Double” de Boulez, en la que hay un juego de sonidos a base de superposiciones entre la interpretación del clarinete en  directo y las muestras del clarinete pregrabado.  Es evidente que hay   un gran trabajo de estudio con magníficos resultados  por ambas partes. 
Seguidamente,  escuchamos el estreno de la  instalación sonora de Martin Hiendl titulada “Zeichnung1”.  La obra fue realizada a partir de 300 grabaciones del clarinete, colocadas  una encima de otra formando loops de tres segundos. El espectador siempre escucha 128 clarinetes a la vez, de manera que cada tres segundos aparece un clarinete nuevo y otro se va, produciendo una  continua rotación de sonidos.  Un proceso muy elaborado y de un alto grado de complicación.  Iñesta vuelve a cambiar  de atril para interpretar  “Salto”  de Antoine Daurat, en la que podemos apreciar cómo se extiende el sonido del clarinete mediante la manipulación electrónica, de manera que se  alargan y se alteran sus características físicas creando una polifonía.
Tras escuchar otra instalación sonora titula Zeichnung 2”  la performance concluye con  una pieza del compositor americano Steve Reich, en la que el sonido del clarinete en vivo y 10 clarinetes pregrabados interactúan para crear una sonoridad espectacular.
Solo queda felicitar a los responsables del Taller de Músicos por brindarnos la oportunidad de asistir en directo (y gratis) a la magnífica ejecución de  Miguel Pérez Iñesta, unida a la laboriosa y espectacular producción de Antoine Daurat sobre composiciones originales y únicas.

Mar Norlander para el periódico La Nueva España.

Jazz de lujo en Gijón


Dave Ambrosio Trío. Centro de Cultura Antiguo Instituto.  Ciclo “Jazz en el  centro”. 4 Marzo 2015.

Se dice que los tiempos no están para lujos pero, quizás el concepto de lujo habría que redefinirlo. Así lo entendemos los que asistimos a la presentación del nuevo trabajo discográfico de Dave Ambrosio Trío. Virtuosismo, gran calidad sonora y perfección técnica son los elementos más destacados en  uno de los conciertos más esperados del ciclo “Jazz en el centro”,  organizado por la Fundación Municipal de Cultura. Al contrario de lo que  muchos piensan, lujo y  dinero no siempre van unidos, pues,  por 3 simbólicos euros los asistentes pudieron disfrutar de una velada de  auténtico freejazz, cultivado en las más altas esferas de Nueva York. Evidentemente el aforo estaba al completo. 
 Dave Ambrosio es un contrabajista que decide formar su propio trío  para dar luz a un instrumento que, desde tiempos de Pachelbel permanece en la sombra.  Eso sí, que no falte en ninguna formación porque el vacío puede  producir vértigo. Pero Dave Ambrosio, con un curriculum de los que pesan, encuentra la manera de  darle la vuelta  a  la jerarquía que ocupa su instrumento arropándose con  2 músicos de la élite neoyorkina.  Es evidente la gran compenetración entre los 3 componentes que, desde el principio, logran mantener una atmósfera llena de contrastes dinámicos, en la que el “sonidazo”  cálido  del saxo tenor (Loren Stillman) se fusiona con el timbre redondo  y profundo de un  contrabajo capaz de abarcar todo el registro sonoro del instrumento.  Y para cerrar este perfecto triángulo equilátero, Russ Meissner, un batería que huye de los silencios, creando una base rítmica con patrones bien estructurados e integrando gran parte de las posibilidades tímbricas.  
 La melodía es la base de la construcción de sus temas.  Eso no quiere decir que la armonía estuviera ausente, todo lo contrario, las  melodías onduladas y ascendentes del saxo, en contraposición con otras más quebradas  y descendentes (en varias ocasiones con notas dobles), a cargo del contrabajo logran un desarrollo armónico modal sugerente y asequible para el oído en la mayor parte de los fraseos.   
Cambiando la trayectoria habitual de tocar los temas más potentes y llenos de energía al final de cada concierto optaron por terminar con  una pieza a medio tempo, precedida de otra bastante lenta.  Creo que la elección no fue correcta porque dejaron al público frío (no pidieron bis), aunque muy adecuado para el descanso nocturno, pues al día siguiente  hay jornada laboral.

Me resisto a concluir sin expresar mi admiración por mi vecina de asiento (una señora cuya edad sobrepasa los 80 y a la que no tengo el gusto de conocer), pues  me cautivó desde el primer tema por la intensidad con la que vivió el concierto, eso sí con discreción. 
Mar Norlander para el periódico La Nueva España 

domingo, 15 de marzo de 2015

Y el show continuó


Eli “Paperboy” Reed Trío.  Sala Acapulco.  

Un gran dominio del registro agudo y un potente y controlado falsete definen la voz de este artista originario de Boston que, además de cantar,  toca la guitarra y la armónica a un nivel  bastante aceptable.  Rock and Roll al más puro estilo de Memphis, Blues,  Rythm & Blues, mucho Soul aderezado con toques Funk y cierto aire Gospel,  un par de baladas lentas en compás ternario y alguna versión de  temas del mítico James Brown,  forman el grueso del repertorio que pudimos escuchar  en la sala Acapulco, de la mano de Eli “Paperboy” Reed,  junto con  Jacke Leckie (contrabajista) y Eli Keszler (batería).  Están de  gira por España durante el mes de marzo, presentando  su   'Walkin & Talkin 10th Anniversary Tour', para celebrar el décimo aniversario de su primer disco. 
Buen sonido, buenos instrumentistas, una voz portentosa y  grandes dosis  de empatía con el público. Con todo esto  me estaba aburriendo. No estaba escuchando nada diferente a lo que en ocasiones pasa por la sala Savoy de Gijón. El grupo telonero tampoco supo crear el clima necesario para entrar en calor,  pecando de falta de ensayo y de abuso de temas lentos y medio tempo. Así que dudaba entre irme y no escribir nada sobre el concierto o quedarme hasta el final para ver qué pasaba.  Opté por lo último y acerté.
El cantante se desprende de su guitarra y  de su chaqueta. Tras dar un golpe fortuito al micrófono  la voz de Eli se queda en silencio.   Intenta ajustar el cable pero el micro  no responde. Es el momento estelar de su actuación en la que hace una demostración de sus grandes dotes vocales, con quiebros y desgarros en el falsete más agudo, en un homenaje a James Brown.  Lejos de achicarse, retirarse y esperar a que los técnicos solucionen el problema  se arma de coraje y decide continuar, a capella.  El público más afín sabe valorar el esfuerzo, pues el techo de la sala es bajo y totalmente plano, por lo que no favorece la proyección de la voz sin amplificar, así que   pide a  los  demás asistentes, “silencio, por favor”.  Eli “Paperboy” Reed continúa, dejándose el hígado en  cada gesto, en cada palabra y en cada frase  (incluyendo la pose de rodillas y los manotazos en el suelo), hasta lograr el delirio del público que supo apreciar la energía, el valor y el  desgaste de sus cuerdas vocales. El micrófono fue sustituido y pudimos volver a escuchar la voz a pleno rendimiento.  
Estamos hablando de arte, por lo tanto   no basta solo con cantar o tocar  bien, lo que esperamos y apreciamos de un artista es  que se deje el alma en el escenario.  Así lo hizo, y así se lo agradeció el público con aplausos muy sonados y   pidiendo un par de bises para no dejar de bailar y cantar al ritmo que marcaba Eli “Paperboy” Reed Trío.

Mar Norlander para el periódico LA NUEVA ESPAÑA. 

viernes, 6 de marzo de 2015

Ángel Stanich, una experiencia intensa

Un tipo feo para esta época (con perdón), aspecto desaliñado y parco en palabras,  voz rozando lo desagradable y estridente sobre todo en los registros agudos, amén de que el sonido de la sala tampoco le favorecía.  ¿Quién es  Ángel Stanich? Sus canciones se han convertido en himnos  entonados  y allá por donde pasa va ganando adeptos, como  si del “guitarrista” de Hamelín se tratase.
Se presentó el sábado (28 de febrero) en la sala Acapulco de Gijón dispuesto a no defraudar a cientos de seguidores.  Tras una estupenda actuación de los teloneros “Caballo Loco” sube al  escenario  arropado por una guitarra acústica y comienza a  entonar su “Amanecer Caníbal”. El público va cogiendo posiciones en primera fila   mientras el cantante desgrana una historia surrealista a la par que poética.    Casi al final del tema entra el resto de la banda para transformarlo en un rock sureño que coge velocidad al ritmo del taconeo de Stanich. 
Este enigmático artista, originario de Santander y residente en Madrid,  acaba de publicar hace pocos días el EP “Cuatro Truenos Cayeron”, con dos temas nuevos, “Carbura!” y “Mojo”,  que hay que añadir a su álbum “Camino Ácido”. Fue descubierto por Javier Vielba  en Valladolid, quien decidió producir  su primer disco.  Su apuesta de momento le está saliendo bastante rentable,  pues la  agenda de conciertos  está bastante repleta.
En el tercer tema saluda al público invitándoles a recorrer su “Camino  Ácido” junto con 3 estupendos músicos que le acompañan en la gira; Alex Izquierdo (bajista), Víctor L. Pescador (guitarra) y Lete G.  (batería).
Para “La noche del Coyote” pide silencio  (sólo un momento), pues el tema empieza muy bajito con guitarra y armónica. Poco a poco van subiendo los decibelios, el ritmo y la tensión,  mientras nos cuenta qué va a ocurrir la noche en la que el  Coyote pille al Correcaminos.
 Tras  anunciar las “últimas curvas del espectáculo”, eso sí, promete que serán intensas, prosigue con “Último aviso para el siglo XX” con un  público entregado que  canta sus versos y protesta,  pues la función se acaba. Pero no se puede cerrar una magnífica actuación sin volver a entonar “Metralleta Joe”, convertido en el himno oficial de los seguidores de Ángel Stanich:    “Hey, Joe, si me vas a matar / déjame al menos que termine mi sándwich”.
¿Qué tiene la música de Stanich?    Madurez, originalidad, energía, sonidos envolventes muy bien trabajados, cambios de ritmo  y sobre todo buenas letras. Rimas surrealistas, controvertidas, cargadas de ironía y humor, donde se fusionan personajes de ficción y de la vida real  para contarnos historias absurdas que despiertan la imaginación del más apático.  Es difícil de definir pero todo aquel que haya podido presenciar uno de sus conciertos en directo sabe de qué hablo.   

Mar Norlander para La Nueva España 


domingo, 1 de marzo de 2015

Maldataskull, jazz sofisticado y enérgico.

Llegan a Asturias para promocionar  su primer disco “Coton” y, para ello escogen el  Café Plaza Doze  de Gijón que, en pocos meses de existencia se consolida como un gran templo de culto para los aficionados a la buena música, no sólo jazz.
Originarios de Madrid, la trayectoria musical de Maldataskull comienza  en el Musikenne  de San Sebastián, donde se conocieron Jorge Castañeda (piano), Darío Guibert (contrabajo) y César de Frías (batería) cursando estudios superiores de jazz. Tras curtirse  en diferentes escenarios y festivales haciendo versiones  de otros,  paso a paso se fueron consolidando como trío. Pocas formaciones  de jazz (y de otros géneros) hay en España  de los que se pueda decir que forman un verdadero grupo consistente y engranado,  tallado a base  de muchas horas de ensayo tocando juntos hasta lograr adivinar qué sugiere el compañero por la forma de respirar.  Lo  curioso es que esta  consistencia la han alcanzado en tan solo dos años y medio.
Los integrantes manifiestan estar influenciados desde el jazz tradicional de Duke Ellington o Teddy Wilsson hasta el  jazz actual  más en la línea de Brad Meldhau, The Bad Plus,  Hiromi Uehara o Esbjorn Svensson.  Pero no sólo de jazz vive el hombre así que también alimentan sus oídos con géneros muy variopintos  y dispares como el thrash-metal, el hip-hop o el rock progresivo que, a priori, nada tienen que ver con el jazz, sin embargo ellos saben beber de la esencia de cada estilo y aplicarlo a un proyecto muy particular.

Tras escuchar el primer tema de su nuevo disco se intuía por donde iban los tiros  y, al  finalizar el tercer tema el público se entregó por completo a los  aplausos y vítores  hacia 3 grandes músicos que saben lo que se traen entre manos. Mientras desarrollaban los temas  hacían sutiles guiños,  a motivos musicales muy conocidos (Mario Bross, la Marcha Imperial de Star Wars, etc.),  causando la satisfacción  y la sonrisa de los oyentes,  entre ellos,   músicos de primera línea del panorama asturiano que no dejaban de manifestar su entusiasmo. En definitiva, un tema tras otro,  hasta un total de 12 composiciones que forman “Coton”,  dejaron encandilados a un público que permaneció fiel hasta el último bis.   No es de extrañar, un grupo con una gran madurez musical (a pesar de su juventud), buen sonido, buenas ideas, buena técnica y mucha energía son elementos más que suficientes para satisfacer a los aficionados a la buena música.
Mar Norlander para La Nueva España