sábado, 19 de julio de 2014

El Melólogo de Carbonell


Ansiosa porque lleguen las 8:30 y se abra el telón del escenario del Teatro Jovellanos....  El cartel anuncia un melólogo interpretado por el humorista, actor y cantante Pablo Carbonell titulado "Melólogo. El poeta escribiendo un monólogo".  Sólo con el título me invaden numerosos recuerdos acontecidos hace un año, de los que no voy a hablar pero...ahí están.
El melólogo es un subgénero teatral de 1 sola persona con acompañamiento musical.  No se canta y la música  sirve para subrayar los pasajes culminantes o emotivos  y también de transición entre un pasaje del monólogo y otro. El invento se debe  a Jean Jacques Rousseau cuyo "Pygmalion" tuvo un gran éxito en el siglo XVIII. 

En España, el nacimiento del melólogo está vinculado a Tomás de Iriarte, dramaturgo neoclásico, traductor, famoso por su fábulas literarias, y también  músico (tocaba el violín y la viola).   De él se dice que instaura el melólogo puro nacional con la obra "Guzmán el Bueno", estrenada en 1790 en Cádiz. Al poco tiempo se estrena en Madrid en el teatro Príncipe, con una introducción a cargo  de Luciano Comella.  A diferencia de Rousseau, los melólogos de Iriarte tienen una estructura musical mucho más elaborada y  "Guzmán el Bueno" está ideado para despertar emociones más complejas que las de "Pygmalion".  En definitiva, con este género Tomás de Iriarte logra un gran éxito (1790) pero tiene la mala fortuna de que  en 1791 se muere.

Al morirse Iriarte, Luciano Comella ve la oportunidad de aprovechar el tirón y  hace un melólogo titulado "Doña Inés de Castro", cuya temática trata de desamores entre Doña Inés y Don Pedro el cruel (Pedro I de Portugal).  Es  un melólogo de dos personajes (característica diferente a los de Iriarte)  y representan sentimientos y pensamientos cuidadosamente seleccionados, en un tiempo y un espacio limitados, durante una crisis de infortunio.   Se habla continuamente de la poca dignidad en el estilo de Comella.  Leandro Fernández de Moratín critica a Comella en La comedia nueva  o el Café.   También se le critica porque se aleja del monólogo puro. En cuanto a la técnica compositiva imita los cambiantes tonos musicales de Iriarte (eso de imitar sigue estando mal visto por los occidentales).  Estos cambios están más dirigidos a agradar al auditorio que a adecuarse al personaje.  La forma de moverse los personajes, as corridas de un lado a otro, los delirios,…. también son muy criticados y por ello hacen una parodia sobre el personaje de Pedro el cruel que pasará a ser “Perico el de los Palotes”. Dicen algunos que de ahí surge el nombre que utilizamos en el argot popular para nombrar a un personaje (o persona) que pasa, de ser temido a ser ridiculizado por bobo y calzonazos. 
En el melólogo de Carbonell no se lo que me voy a encontrar, pero teniendo en cuenta que el espectáculo está enmarcado dentro del Festival  de Música Antigua de Gijón la profesionalidad está garantizada.  Al mismo tiempo Pablo Carbonell es un humorista como la copa de un pino así que auguro grandes dosis de carcajadas ( o por lo menos sarcasmo y humor), aderezadas con buena música a cargo de Aarón Zapico.
Creo que me lo voy a pasar muy bien.

sábado, 12 de julio de 2014

Bienvenido Chucho Valdés



Hace pocos días hablaba de la pianista brasileña  Eliane Elías y su participación en Calle 54.  Hoy me toca hablar de otro protagonista de Calle 54, pero esta vez por motivos  muy diferentes.

Desde ayer los españoles  podemos presumir de contar entre nuestros paisanos con uno de los mejores pianistas del mundo, el gran Chucho Valdés.  Desde el 2006 reside en España  y ayer viernes le ha sido concedida la nacionalidad española.  
En los últimos 3 discos que ha publicado en solitario  (Border-Free, Chucho's Step y El último Trago)  se puede apreciar cierta influencia y un acercamiento a  la música del sur de España y los ritmos del  norte de África, quizá   fruto de su residencia en Málaga.  Además el beneficio de su residencia en España es doble para los aficionados a su música, puesto que, como se puede apreciar en la AGENDA  de su página web, hay varios conciertos en distintas provincias del territorio español para este verano. 

Para los que no lo conozcan Chucho Valdés es uno de los mejores pianistas de latin jazz de todos los tiempos. Como creador, pianista y director de la gran banda “Irakere” ha recorrido más de medio mundo, mostrando sus raíces afrocubanas en los escenarios más prestigiosos. Es hijo del que fue director de la sala “Tropicana” en La Habana durante muchos años hasta su exilio, el recién desaparecido Bebo Valdés y su carrera como pianista en solitario ha sido vertiginosa.  La naturaleza le concedió unas manos muy grandes  (perfectas para interpretaciones de obras de Rachmaninof) y su formación desde la cuna con los mejores maestros le han llevado a convertirse  en uno de los pianistas más respetados de todo el mundo, por su sentido del ritmo, su amor por la música de su tierra, amén de su increíble virtuosismo. 
Ante figuras como Chucho Valdés lo mejor es callarse y escuchar, así que Bienvenido Mr. Valdés.

martes, 8 de julio de 2014

Eliane Elias en Calle 54

14 años han pasado desde el estreno de Calle 54, un film de  Fernando Trueba  cuyo principal protagonista es la música de jazz en sí misma y que, al contrario que la gran mayoría de las películas, es la imagen la que está subordina a la música. Solo en este aspecto me recuerda a las películas de cine ruso de principios del siglo XX (principalmente Eisenstein), en el que se rodaban escenas para fragmentos musicales previamente concebidos, dándole a la música un protagonismo importante. A priori puede parecer que no hay narrativa en Calle 54 y, por lo tanto, no es una película sino un documental sobre el jazz latino, sin embargo es ambas cosas. Es documental porque sus personajes existen antes y después de la filmación, pero también es película puesto que hay una estructura deliberada por parte del director y hay una presencia musical que queda enmarcada dentro del film y no se puede extrapolar. O sí, pero ya no es la misma música. Basta escuchar cualquier grabación en CD de un mismo tema que ha sido interpretado en Calle 54 y podremos observar que no suena igual, puesto que las circunstancias de la interpretación han variado, por lo tanto esa música queda enmarcada dentro de la película y sólo en ella. 

La calidad de la grabación del sonido es sublime y la elección de los músicos por parte del director es incuestionable. Quizás podían estar otros, pero es innegable que todos los que están se han ganado con creces el podium entre los mejores músicos de latin-jazz. Trueba la define como película-documental cuyo principal protagonista es la música de jazz y concretamente el jazz latino. El propio director nos relata en su libro la importancia de este género y lo que le hace diferente del resto, matizando la idea de que el jazz se ha convertido en “una música para músicos”, pues el jazz fue inicialmente una música popular bailable (Trueba 2000: 10).

Paquito de Rivera y su disco Blowin’ (1981), fue quien provocó la adicción de Fernando Trueba al jazz latino: quizás por ello inicia el film con el saxofonista y su obra “Panamericana”. Además de Paquito de Rivera la película está protagonizada por Eliane Elias, Chano Domínguez, Jerry y Andy González, Michel Camilo, Gato Barbieri, Tito Puente, Chucho Valdés, Chico O’Farrel y su orquesta, Bebo Valdés, Orlando “Puntilla” Ríos y Nueva Generación, y The Fort Apache Band que acompaña a Jerry González con los créditos finales. Entre todos ellos interpretan 13 temas magistrales, algunos escogidos por los propios autores y otros por sugerencia de Fernando Trueba, acompañados cada uno por sus músicos habituales.


Relatado (un poco por encima)  lo que podemos ver en Calle 54 (si es que alguien no la ha visto), me quiero detener en  algo que me ha llamado la atención recientemente ( y eso que la he visto montones de veces, por trozos y entera). La grabación en el estudio con Eliane Elias. A ver si soy capaz de contarlo de manera tan sutil como  conduce las imágenes el propio director. 
   Considerada la primera dama del piano brasileño en el jazz, interpreta para Calle 54 el tema “Samba triste” del compositor Baden Powell.  “Me gustó tanto…, me pareció perfecto para mí”. La filmación, a través de 6 cámaras, se produce en un entorno de luz mucho más cálida que el resto de artistas, diseñado por el director de fotografía, “creando una atmósfera de sutil elegancia e intimidad, donde la música puede fluir a su aire” (Trueba 2000: 17).
La pianista está acompañada por su marido el contrabajista Marc Johnson, que formó parte de la banda de Michel Camilo a finales de los 80, y el batería de origen japonés Satoshi Takeishi, formado en el Berkley College of Music de Boston (Massachusetts). Es presentada por el director como “la elegancia del jazz latino”. La utilización de planos detalle de Eliane por parte de Trueba es constante, pero en esta ocasión no sólo es de sus manos en el piano, o de sus expresiones faciales fruto de una interpretación apasionada (al igual que hace con el resto de artistas), sino que busca resaltar la sensualidad y el erotismo de la pianista a través de movimientos lentos de la cámara que descansan en su boca, pelo, hombros, piernas,... destacando los planos medios laterales donde podemos percibir su perfil y su pecho. Uno de los planos más llamativos es el que se produce justo después del clímax de la improvisación de Eliane, que comienza con un plano detalle sobre el pie descalzo de la pianista (suele actuar descalza), la cámara sube lentamente, dibujando la escultural silueta de la artista hasta encontrarse con sus brazos y por prolongación con sus manos sobre el piano. El director constantemente ralentiza movimientos de la cámara que van desde sus manos, pasando por el pecho y acabando en su cara, que poco tienen que ver con el fluir de la música interpretada por Eliane Elías, produciéndose una relación de contraste entre lo visual y lo musical.
Esta es mi apreciación.


Fuentes:
TRUEBA, Fernando. Calle 54: El libro de la película. Sgae, Ediciones y Publicaciones, Madrid, 2000.