sábado, 29 de enero de 2011

MUSICOFILIA Oliver Sacks



Con la lectura de "Musicofilia" he cometido un error de manual, ¿por qué? porque después de haber leido "Tu cerebro y la música" de Daniel J. Levitín, me formé expectativas en cuanto a temática y contenido, sobre lo que me iba a encontrar y claro, no tiene absolutamente nada que ver. Así es que según iba pasando páginas y páginas me iba decepcionando más y más, hasta que logré terminarlo por pura cabezonería y sin interés alguno.

Cuando un escritor domina dos campos diferentes, en este caso la psicología y la música, y una lectora como yo sólo domina uno de ellos, o más bien sólo siente interés por uno de ellos, busca en la lectura datos, conceptos y opiniones relacionados con la materia que le gusta, pero en este libro (al contrario que el de Levitín) domina en un porcentaje más elevado el punto de vista del otro campo (la psicología). Creo que este factor es el que me ha llevado a la decepción inicial.

Una vez superado el sentimiento de decepción vuelvo a releer el libro, con intención de hacerle justicia, ya que el autor goza de gran reputación, y acabo reconociendo que es un gran libro del cual he aprendido un montón de cosas que no sabía ni que existían.

Cuenta varios casos de enfermedades psicológicas relacionadas con la música, por ejemplo la insólita historia de Tony Cicoria, un cirujano que después de caerle un rayo, cuando estaba en una cabina telefónica, le cambió su sensibilidad musical y la vida, radicalmente. Antes no sentía ninguna inclinación por la música y desde ese momento en su cabeza no dejaban de fluir melodías y más melodías, hasta sentir la necesidad de ejecutarlas. " Me levantaba a las cuatro de la mañana y tocaba hasta que me iba a trabajar, y cuando volvía a casa del trabajo me pasaba toda la velada al piano. .....Me sentía poseído." Su cambio de vida tan radical le costó el divorcio entre otras cosas.

Uno de los casos más estremecedores que nos narra el escritor, para mi sin duda, es el de Clive Wearing, un eminente músico y musicólogo inglés de cuarenta y cinco años. Sufrió una devastadora infección cerebral, afectándole las partes del cerebro relacionadas con la memoria y llegando a tener una capacidad de memoria de pocos segundos. !Estremecedor!. En este capítulo su esposa describe el día a día de su vida con Clive. Un día entró donde estaba él y lo vio sosteniendo algo en la palma de la mano, mientras repetidamente lo cubría y lo descubría con la otra mano, como si fuera un mago practicando un juego de prestidigitación. Tenía en la mano una chocolatina. Sentía la chocolatina inmóvil en la mano izquierda, y cada vez que levantaba la mano, aparecía una chocolatina totalmente nueva. -!Mira!- dijo-. !Es nueva!- No podía apartar los ojos de ella.
-es la misma chocolatina- le dije con delicadeza.
-No..., !mira! ha cambiado. Antes no era así... -Cubría y descubría la chocolatina cada pocos segundos, levantándola y mirándola-. !Mira! !Vuelve a ser diferente! ¿Cómo lo hacen?
Posteriormente se grabó un documental para la BBC basado en la vida de este hombre y titulado "El hombre con la memoria de siete segundos".

Estos dos casos que he descrito están entre otros muchos que nos relata Oliver Sacks. Casos insólitos y también más comunes que me han sorprendido gratamente. En algunos la música se convertía en un tormento para el afectado y en otros la música significaba su salvación. Como la historia de Rosalie B., una señora posencefálica que cada día solía quedarse traspuesta durante horas, inmóvil, petrificada y con un dedo "pegado" a sus gafas. Podía estar horas caminando por un pasillo y siempre con el dedo en las gafas. En cuanto se sentaba en el taburete del piano, su mano soltaba las gafas para tocar las teclas y su cara se transformaba, pasando de un estado inexpresivo a una cara llena de expresión y sentimiento. La música la liberaba de su parkinsonismo durante un rato, y no sólo tocándola, sino imaginándola. Rosalie se sabía todo Chopin de memoria, y sólo teníamos que decirle "Opus 49" para ver cómo cambiaba todo su cuerpo, su postura y su parkinsonismo desaparecía mientras la Fantasía en Fa menor sonaba en su mente. En tales ocasiones, también su electroencefalograma era normal.

También describe casos de pacientes que sufren ataques epilépticos "inducidos" por la música, casos de afasia, discinesia, amusia .......
¿qué son gusanos cerebrales? A veces la imaginación musical normal se pasa de la raya y se convierte, por así decir, en patológica, como cuando ciertos fragmentos musicales se repiten de manera incesante, a veces hasta enloquecernos, sin parar durante días. Esas repeticiones -a menudo una breve frase o tema bien definido de tres o cuatro compases- son propensas a perpetuarse durante horas o días, dando vueltas por la mente, antes de diluirse. Esta incesante repetición y el hecho de que la música en cuestión sea irrelevante o trivial, no de nuestro gusto, o que incluso la detestemos, sugiere un proceso coercitivo, que la música ha entrado y subvertido parte del cerebro, obligándolo a activarse de manera repetitiva y autónoma (como puede ocurrir con un tic o un ataque).

Muchas personas de pronto comienzan a oír un tema musical de una película, un programa de televisión o un anuncio. Esto no es una casualidad, pues dicha música, en términos de la industria musical, está pensada para «enganchar» al que la escucha, para ser «pegadiza», para abrirse camino, como un cortapicos, hacia el oído o la mente; de ahí el término «gusanos auditivos », aunque más bien deberíamos llamarlas «gusanos cerebrales».

Todo esto y mucho más nos lo desvela Oliver Sacks en su libro Musicofilia. Fácil de leer y muy ameno.